Gente corriente

Blanca Gotor: «La mingaña es más que una lengua, es una forma de vida»

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MAURICIO BERNAL

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Blanca Gotor es hija de esquilador y eso lo explica todo. Nació en el pueblo castellano de Fuentelsaz, de poco más de un centenar de habitantes, «en plena campaña de esquileo», recuerda. Eran otros tiempos. El pueblo se vació en su día y «el 90% de la gente se vino a trabajar a la Seat». Por eso anda Blanca por aquí. Licenciada en Bellas Artes, actualmente es profesora en el instituto Salvador Espriu, en el Clot, en Barcelona. Pero las raíces son las raíces, y Blanca tiene apego por las suyas. Por eso es la salvadora de la mingaña.

Es profesora de instituto y está metida en la tarea de difundir la jerga de los esquiladores de Castilla.

-¿Mingaña? Es la jerga que en su día se inventaron los esquiladores para hablar entre ellos. Bueno: esquiladores, cardadores, colchoneros… Todos los que trabajaban la lana.

-¿Y por qué hicieron eso? Mire, durante la campaña de esquileo los esquiladores estaban fuera, y dormían en las casas donde trabajaban. Es decir que estaban siempre con los dueños del ganado, y no tenían privacidad. Eso los obligó a generar su propio código de lenguaje.

-Para hablar sin que los entendieran. Era supervivencia, pura supervivencia.

-¿Por qué se llama así? Es una contracción. Es la contracción de «me engaña». Tiene sentido.

-Y su papá la hablaba. Mi padre, antes de venir a trabajar a la Seat, era esquilador, pero también cardador, vareaba la lana, hacía colchones, y claro, hablaba la mingaña. Me decía que su padre la había hablado, y su abuelo también.

-¿Dónde se habla la mingaña? Es algo de esa zona, de algunos pueblos de Guadalajara. En la plaza del pueblo, cuando dos esquiladores se encontraban y se ponían a hablar, lo hacían en mingaña. Pero hay muy poca documentación al respecto.

-Diga algo en mingaña.El que en dona el temporil.

-¿Significa? Reloj.

-Tiene un aire a catalán. Tiene palabras totalmente inventadas y otras extraídas del vasco; y sí, del catalán.

-Algo más. La Cachorra del Casimiro. El Sandoque con Morrascosas.

-¿…? Caperucita roja. El gato con botas.

-¡Ah! Eso. Hablemos de los cuentos. Sí. Lo que pasó fue que un día pensé que la mingaña estaba muy circunscrita al ámbito familiar, y que valía la pena difundirla. Me dije que era algo más que un lenguaje, que era una forma de vida. ¿Y qué mejor que a través de los cuentos? Así que fui donde mi padre y le dije que tradujera Caperucita roja. Fue el primero de varios. Mi padre se emocionó, se sentía muy orgulloso.

-¿Y usted? ¿Se siente orgullosa? Mucho. Pero no he acabado. Ahora quiero hacer un diccionario. Lo que pasa es que hacer un diccionario requiere mucho tiempo, mucho esfuerzo, mucho trabajo.

-Supongo que no hay mucha gente en la tarea de recuperar la mingaña. No sé si recuperar sea la palabra. La mingaña aún se habla en los pueblos de la zona. Menos, pero se habla. Pero sí, se puede decir que estoy en la tarea de resucitar la mingaña. Ahora bien, no soy la única que ha manifestado interés. Hay otras personas en ello, por ejemplo Rosa Nuño, que hizo su tesis de filología sobre la mingaña.

-¿Trabaja con su padre en el diccionario? Me gustaría, pero mi padre ya falleció. Y aunque yo he aprendido mucho en los últimos 10 años, aún necesito ayuda. Ahora cuento con la de mi tío.