Marchando una paronimia

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MAURICIO BERNAL / BARCELONA

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Enconados debates brotaban en el Campus Ciutadella de la Universitat Pompeu Fabra cuando había que decidir si había sido más difícil castellano o catalán, si, visto a posteriori, las opciones A eran más fáciles que las opciones B, o si el trozo de 'Películas', el texto de Soledad Puértolas, presentaba los hechos objetiva o subjetivamente; pero había unanimidad en torno a una palabra, a su marciano aspecto, y al hecho de que era de lejos lo más extravagante de las pruebas -las de Castellano- de este año: 'paronimia'. ¿Qué demonios es una paronimia?

Era mediodía. Aún no habían hecho Economía.

“Paronimia: condición de parónimo”, sentencia la RAE. “Parónimo: dicho de una palabra: que tiene con otra una relación o semejanza, sea por su etimología o solamente por su forma o sonido, como 'vendado' y 'vendido'”. Bien: la paronimia no estaba en el radar de los examinados, ni siquiera en la órbita, ni siquiera en una galaxia de conceptos más o menos próxima. “Mira que me estudié las figuras retóricas, me estudié 49 figuras retóricas, hasta 'lítote', ¡hasta me estudié 'lítote'! –clamaba Mireia Callao (“Y quién se estudia 'lítote'”, parecía decir)–. Y –perpleja– va y sale 'paronimia'”. Con esto se había encontrado, concretamente: “Explique, en un máximo de 40 palabras, la diferencia entre los términos 'paronimia' y 'homonimia', y aporte ejemplos de cada uno”. A algunos les sonó tan remoto que optaron simplemente por no contestar.

Y aún no habían hecho Economía.

Alguien, uno de estos jóvenes de la vida, escribirá acaso algún día un texto sobre la mitología de las pruebas de la selectividad: sobre esos conceptos que cada año se vuelven tótem. 'Paronimia' reemplaza con dignidad a la 'catáfora' de las pruebas del 2015 (“tipo de deixis en el que una palabra anticipa una parte de la oración que aparecerá posteriormente en el discurso”, ni más ni menos), aunque ninguna de las dos tiene –por fortuna, por desgracia– el poderío del mito del 2012, el año de los emoticonos, cuando los alumnos se toparon con esta excentricidad: “¿Qué matiz expresivo tienen los signos ortográficos ? y !!! y los emoticonos :-) y :-(?” 'Paronimia' no llega a tanto, pero es el tótem del año, sin duda. Solo que siempre hay más. El texto de Soledad Puértolas, por ejemplo. Subjetivo u objetivo. He ahí la cuestión.

SED DE VENGANZA

“Yo puse que objetivo, pero luego me quedé pensando que era subjetivo”, se lamentaba Belén Baro, y sus palabras tenían el poder de la síntesis: era el sentir general. “Explique si la presentación de los hechos es objetiva o subjetiva, y diga de qué recursos se vale la autora para expresar dicho tipo de presentación”, rezaba el enunciado. No era tan difícil, no tenía mucho truco, coincidían todos, como el delantero que ve la repetición de su error absurdo por televisión, esa jugada que pudo ser gol; pero, seguían, “los nervios”. Los nervios, ya se sabe.

Entonces llegó Catalán. Y entonces, Economía.

“¿Soy el único que cree que va a suspender Economía de las PAU?”, se leyó en Twitter a primera hora de la tarde. “Queridos autores del examen de PAU de Economía de la Empresa de Catalunya: estáis enfermos”. La cosa iba in crescendo: “El examen de Economía era más difícil que nunca. Os habéis pasado”. “Se han pasado cuatro pueblos”. “¿Teníais sed de venganza o algo?” Economía: probablemente pase a la historia como el ogro de este año. A media tarde, el enfado general había desembocado en una petición de “anulación de las pruebas de economía 2016” en change.org, con el argumento de que “las Pau 2016 de Economía de la empresa han sido las más difíciles de toda la historia”.

“No había DAFO ni balance de situación”, explicaba un alumno afectado, “que es donde normalmente puedes rascar puntos. En general, había mucha teoría y poco número, y los enunciados eran confusos”.

En una hora 500 personas habían firmado.