Límites a los drones de juguete

La nueva ley pendiente de aprobar recorta competencias a los aficionados pero amplía las de los profesionales

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CARMEN JANÉ / BARCELONA

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El sector de la aviación presume de ser el medio más seguro de transporte precisamente por su afán de regularlo todo, recuerdan desde la Agencia Española de Seguridad Aérea (AESA). El temor a nuevos incidentes está en el espíritu de la nueva regulación española, que actualmente está pendiente de estudio en la Comisión Europea y que pretende, según la agencia, “no frenar el desarrollo del sector pero profesionalizarlo”.

Una de las medidas que prepara la nueva norma es que limita el uso del espacio aéreo por parte de aficionados a los drones. Para empezar, distingue entre “zonas abiertas, zonas con limitación de drones y zonas libres de drones”. De los actuales 120 metros que se permiten para cualquier aparato de menos de 25 kilos, la nueva norma pasa a detallar pesos y usos, y deja en 50 metros el límite para los drones de menos de un kilo (considerados “juguetes”) con visión desde el suelo. Los de más de un kilo y menos de cuatro (que ya permiten hacer fotos de calidad profesional, por ejemplo) pueden volar a más de 50 metros, pero “el piloto ha de tener conocimientos básicos de aviación” y el aparato ha de estar geolocalizado siempre. Y si quiere volar en zonas “de limitación de drones” ha de pedir permiso y presentar un plan de vuelo, entre otros requisitos.

La buena noticia para el sector profesional es que la norma admitirá vuelos hasta ahora prohibidos como vuelos nocturnos y sobre ciudades o aglomeraciones pero con autorización previa y plan de seguridad aprobado. También pretenden proteger los espacios, como está haciendo la administración de EEUU. Hay una limitación de radio de ocho kilómetros cerca de un aeropuerto, donde se supone que los aviones vuelan a menor altura.

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Actualmente, según la ley española del 2014, las aeronaves de menos de 25 kilos solo pueden operar en zonas no pobladas, a menos de 120 metros de altura y a no más de 500 metros del piloto o en su alcance visual, y siempre a más de ocho kilómetros de un aeropuerto. Entre 25 y 150 kilos, han de tener sistemas de localización, someterse a un plan de vuelo aprobado previamente y tener un seguro de responsabilidad civil, entre otros requisitos.

CIRCUITOS DE PRUEBAS

Y si un aficionado quiere hacer cabriolas con su nuevo aparato, en Cat-UAV, con sede en Moià (Moianès), hay uno de los dos centros de pruebas autorizados en España (el otro está en Jaén) con espacio aéreo segregado y todas las condiciones de seguridad. “Como el circuito de Catalunya de Montmeló, pero para drones, porque antes las universidades tenían que hacer sus pruebas en descampados”, avisa Santacana, que esta próxima semana se prepara para recibir una prueba del centro tecnológico ruso de Skoltech.

La norma también exige una certificación para operar drones profesionales, que imparten escuelas autorizadas (68 en España) por la AESA. La enseñanza es común en la parte teórica (60 horas) y específica para cada modelo en la práctica. “Cuando se cambia de aparato, hay que volver a sacarse el certificado de nuevo, si tiene el dron más potencia”, advierte la AESA, que lo comparan con el carnet de conducir de automóvil y recuerda que quiere saber “qué piloto va a volar, con qué formación, con qué aparato y para qué”.

Algunos pilotos expresan sus dudas sobre la efectividad de estos cursos. “El problema son los aficionados, que no tienen la formación que sí tiene alguien que hace aeromodelismo, que ha de estar federado, usar un espacio aéreo restringido y pertenecer a un club. Esos tienen récord de seguridad. Y un profesional que maneja un aparato de más de 25.000 euros sabe lo que se hace y ya se ocupa de que no le pase nada”, afirma Rafael Teijo, vocal del sindicato de pilotos SEPLA.