Gente corriente

Gina Ruiz: «Pensaba: cómo una niña bien como yo termina alcohólica»

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MAURICIO BERNAL

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Cuando le preguntan por qué le pareció que había llegado el momento de escribir sobre su vida en general y su alcoholismo en particular, Gina Ruiz dice: «Porque ya había tenido un hijo y ya había sembrado un árbol; solo me faltaba el libro», y luego añade, riéndose, que el árbol que sembró era un limonero, y que lo sembró para tener limones para los gintónics. «A mí había dos cosas que me chiflaban: el gintónic y la cocaína». Hace muchos años que no consume ninguno de los dos; hace muchos años que es otra persona.

-Estoy muy, muy satisfecha de haber conseguido salir de esa enfermedad. Porque es una enfermedad, porque te roba la fuerza de voluntad, porque lo único que te importa es beber. Todo lo demás te importa un rábano.

El alcohol fue su norte durante años. Después de curarse abrió su propio centro de desintoxicación.

-Antes de contarme cómo salió... Dígame, ¿cómo empezó? Yo empecé a beber de verdad cuando mi primer marido se mató. En un accidente. Yo lo adoraba. Y además estaba embarazada.

-Beber de verdad. Quiere decir... Mire, yo sé que en ese momento ya era alcohólica: lo que pasa es que aún no había desarrollado la enfermedad. Pero durante el embarazo no bebí. He estado embarazada dos veces y nunca he bebido durante el embarazo. Después, cuando nació el bebé, entonces sí que empecé a beber: a beber como una bestia parda. Salía cada noche al bar y siempre volvía borracha, a las seis de la mañana.

-¿«El» bar? El Dos Torres. Mi marido y yo éramos los dueños. Nos conocía todo el mundo, hacíamos mucha vida social, éramos famosos en Barcelona. Recuerdo que mi madre decía: 'Si tengo una hija feliz, esa es Gina'. Luego en tres minutos viene y te cambia la vida.

-¿Se volvió a casar? Me volví a casar, sí, con un hombre 22 años mayor que yo, guapísimo, tenía una casa preciosa, un descapotable y era una especie de playboy. Y era alcohólico. Lo cual a mí me venía muy bien. Pero se nos fue de las manos.

-¿Es decir? Tocamos fondo. Empecé a meterme cocaína, perdimos el bar… y empecé a notar el deterioro, los síntomas físicos del alcoholismo. Me temblaban las manos, se me caía el pelo, se me rompían los dientes, las uñas... Y me decía: «Cómo puede ser que una niña bien como yo haya terminado alcohólica». Como una indigente, para mí el alcoholismo era una cosa de indigentes.

-¿Ese fue su tocar fondo? Mi tocar fondo fue cuando tuve que dejar la cocaína porque no tenía dinero. Empecé a tomar más alcohol. Desayunaba un batido de vodka y verduras y luego me ponía yo misma una inyección de vitamina B. Decía: 'Me voy a la peluquería' y me iba al bar, y volvía despeinada y borracha. Yo era Ava Gardner, mi frase favorita era: 'Necesito una copa'. Me sentía súper interesante diciendo eso. Pero no era una copa, eran 10.

-Ahora sí: ¿cómo salió? Salí gracias a que la familia me hizo una encerrona. Es lo que tiene que hacer la gente que te quiere. Me hicieron una encerrona y me ingresaron en un centro. Y yo quería curarme, que es lo más importante. Estuve 43 días, y luego dos años en terapia.

-¿Cómo se curó? Con disciplina y rutina. Con un cambio total de costumbres.

-Sí, eso veo, que ha cambiado de vida. Azul Consulting, dice en la puerta. Mi centro de desintoxicación. Me lo he currado. Hice un máster en drogodependencia, un curso para aprender más sobre el alcoholismo… Y hace 14 años estoy aquí.

-¿Cómo se llama el libro? Poder contarlo. Quería, eso, contarlo. ¿Y sabe qué? Es el libro que me habría gustado leer cuando era alcohólica.