"Lo peor es la soledad. Es terrible"

Tras cumplir su última condena, Pedro ha pasado siete años vagabundeando por la capital catalana

sintecho

sintecho / periodico

ADRIÀ PALACÍN / BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Siempre ha sido un vagabundo pero asegura que no es un mendigo. A Pedro no le gusta pedir a la gente, aunque para comer tiene que hacerlo, confiesa. Su vida se ha desarrollado entre la calle y la cárcel. Hace siete años que salió después de cumplir su última condena y, tras pasar todo ese tiempo y multitud de penurias en las calles de Barcelona, ahora duerme en una pensión de forma provisional. Poco a poco, la vida de Pedro se ha ido serenando pero su deseo y necesidad es que le consigan una vivienda social.

Tiene acreditada una invalidez del 75% y a los 52 años apenas puede trabajar. De joven cayó en las drogas y contrajo el virus del sida. “Busqué una libertad que en el fondo no existe”, recuerda, explicando como, ahora, las lesiones de su cuerpo le impiden cargar con una mochila.

LUCHA CONTRA EL SIDA

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"\"Barcelona","text":"\"Barcelona\u00a0es insegura por las noches. Hay menores haciendo da\u00f1o y robando a los mendigos\""}}

Aun así, a Pedro no le gusta mirar hacia atrás. Pese a tener una vida complicada, actualmente se siente más integrado a la sociedad. Acude a diario a la Fundació Arrels, y colabora con la Asociación Ciudadana Anti-Sida de Catalunya (ACASC), donde ayuda a otras personas que padecen la enfermedad.

Se siente enormemente agradecido por la ayuda que ha recibido siempre, sobretodo a nivel alimentario. “En Barcelona, quien dice que pasa hambre, miente”, afirma. “Ahora existen muchísimos comedores sociales, de voluntarios, asociaciones, iglesias y del propio ayuntamiento”, insiste.

En su último refugio, situado en el paseo de Picasso, una zona donde se concentran muchos sintecho, dice que le abastecían de comida de forma incluso excesiva. “Hoy podría recolectar comida para una semana”, recalca.

Lo que más le atormenta –ahora que tiene un techo donde dormir- es cuando llueve por las noches. “Deseo que llueva solo de día”, explica emocionado, recordando lo duro que es verse en esta situación en plena madrugada y tener que desplazarse en busca de cobijo.

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"\"Deseo que llueva","text":"\"Deseo que llueva\u00a0solo de d\u00eda, porque es muy duro verse en esa situaci\u00f3n de madrugada en la calle y tener que buscar cobijo\""}}

También confirma que Barcelona es insegura por las noches. “Hay menores haciendo daño y robando a los mendigos”, señala, aunque para él lo peor de estar en la calle es la soledad. “Es terrible”, lamenta. “Cuando te acostumbras a ella acabas perdiendo la cabeza”, confiesa. Para Pedro, el problema no termina aquí. Tras vivir tantos años en la calle, su carácter se ha vuelto demasiado independiente y solitario. “Tienes fobia a vivir con gente, y por eso muchos no acuden a los albergues”, asegura.

SUFRIMIENTO INVISIBLE

Estos días ha estado colaborado en la Fundació Arrels fabricando rosas artesanales que luego han vendido en una parada en la Diada de Sant Jordi. “La gente debe saber que hay personas durmiendo en la calle”, señala. “Sé que estos días los refugiados de Siria lo estarán pasando fatal, pero aquí, en Barcelona, también hay sufrimiento”.

“El ayuntamiento no puede decir que solo hay 800 personas durmiendo en la calle, hay muchos más”, asegura. En definitiva, Pedro considera que el principal problema es que la gente pase “tanto tiempo” en la calle. Reconoce que una vez se acostumbran a ello, “su reinserción es casi imposible”. Por esta razón, cuando Pedro mira al futuro tiene una prioridad muy clara: “Quiero seguir ayudando a los que están peor que yo”, concluye.