Gente corriente

María Pérez: «Todos los autores tienen corrector, incluso Cervantes»

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GEMMA TRAMULLAS

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Que la protagonista de la película más reciente de Almodóvar, Julieta, sea una correctora de pruebas puede ser una feliz coincidencia o la evidencia de que este oficio tan minucioso como invisible empieza a ser reconocido. María Pérez es licenciada en filología hispánica, lleva nueve años quemándose las pestañas como correctora de estilo y es socia de la Unión de Correctores (UniCo). Trabaja para el grupo Planeta corrigiendo principalmente novela juvenil de autores como el premio Nobel Isaac Bashevis Singer, Juana Spyri, Carmen Kurtz, Gemma Lienas, Lucía Etxebarría, Laura Gallego, Jordi Sierra i Fabra, Francesc Miralles y Care Santos.

Correctora de estilo. Coincidiendo con el día del libro, reivindica un oficio infravalorado.

-En otoño revisé una novela de 600 páginas y le hice 27.000 correcciones.

-¡Qué dice!

-Lo sé por el contador de Word, que marca cada vez que hago una correción. Pero ese no es mi récord. He llegado a hacer 40.000 correcciones en una obra.

-¿No dirá el nombre del autor, verdad?

-Claro que no. Los correctores somos como el ama de llaves de los famosos.

-¿Y si le suelto una pasta?

-[Ríe] No es mi estilo. Pero estos casos son encargos de particulares, y 27.000 correcciones no es mucho. Que un autor tenga correctores no es nada negativo.

-Pero parece incómodo. ¿Por qué si no en los créditos de un libro aparecen el autor, el editor, el traductor, el diseñador, el fotógrafo, el ilustrador, todos menos el corrector?

-A veces somos molestos. Hay autores que escriben muy bien, pero no son lingüistas. Lo importante en un autor es que tenga imaginación para contar una historia y un dominio digno del lenguaje, no tiene por qué dominar la lengua a un nivel lingüísticamente perfecto ni avergonzarse por equivocarse con una preposición. Es mi opinión.

-Seguro que incluso a usted se le pasa algún error. ¿Existe el texto perfecto?

-Un buen corrector duda y consulta. Yo siempre hago dos correcciones, pero el texto perfecto no existe; existe el texto idóneo.

-¿Cervantes también tenía corrector?

-Claro, todos los autores tienen corrector, incluso Cervantes. Es más, en el Quijote hay más de un error de corrección.

-Cuente, cuente.

-Por ejemplo, los títulos de los capítulos XXIX y XXX no corresponden al contenido del texto, están intercambiados. Francisco Rico, experto en el Quijote, conoce bien las inexactitudes cronológicas e inconsistencias del argumento. Por ejemplo, a Sancho le roban el burro y debe ir andando, pero posteriormente el escudero vuelve a aparecer a lomos del rucio.

-¿Cuantos tipos de corrección existen?

-Primero está la de concepto, que se hace en obras científicas o enciclopedias y que verifica que los datos son correctos. Después está la de estilo, que atiende al uso correcto del lenguaje y a la coherencia. Luego está la corrección de pruebas o galeradas, llamada ortotipográfica, y finalmente hay una segunda corrección de pruebas.

-Usted corrige el estilo. ¿Buscar incoherencias no va más allá de lo lingüístico?

-Un corrector tiene que tener conocimientos que no se acaban nunca. Una vez leí un original en el que había un recién nacido que sonreía a su padre, pero hacen falta tres o cuatro meses para que un bebé sonría. Eso lo sé por madre, no por lingüista.

-¿Cuáles son los errores más habituales?

-Escribir habían muchos asistentes en lugar de habíagirarse por darse la vueltasacar una cosa de la mesa por quitarescuchar un ruido por oírmirar la tele por ver; los gerundios de posterioridad; el leísmo; el uso de las preposiciones, que está en decadencia... A veces tengo la sensación de batalla perdida.