Un zar en Lleida

Un juez admite a trámite una demanda de un leridano que sostiene que es descendiente de Nicolás II

David Duaigües y su madre, con otros parientes, ante el juzgado de Girona.

David Duaigües y su madre, con otros parientes, ante el juzgado de Girona. / periodico

LAURA BIELA / TORRES DE SEGRE

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David Duaigües sostiene desde Torres de Segre, la localidad leridana donde residen él y su familia, que es descendiente del último zar ruso, Nicolás Alexandrovich Romanov, Nicolás II, destronado y ejecutado junto con su familia por la Revolución soviética. Pero esa pretensión genealógica quizá no sea tan llamativa como el hecho de que un juez haya admitido a trámite su demanda de filiación. Este viernes, el juzgado de primera instancia número 7 de Lleida decidirá si exige a los herederos imperiales a someterse a una prueba para demostrar la filiación.

El hombre cuenta que lleva 20 años investigando y cimentando su reclamación. Todo empezó cuando la familia quiso buscar a la abuela de David Duaigües, Maria Martí Juanola. Él y su madre, Carme Martí Juanola, fueron a la comisaría de Policía de Girona, ciudad donde la familia había perdido años atrás la pista de la abuela. Allí solo pudieron certificar que la mujer ya no vivía. Había muerto en 1990 en el geriátrico Puig d'en Roca, donde pasó los últimos años de su vida, a pocos metros del orfanato en el que había crecido.

En el geriátrico, según el relato del demandante, este y su madre se enteraron por las secretarias y el director de que su abuela era conocida como 'la rusa' o 'la Romanov', apodos cuya razón David no fue capaz de entender hasta que, tiempo después, en 1998, vio en una revista imágenes de los Romanov. "¡Somos clavados!", exclamó para sí Duaigües.

Entonces empezó su investigación. El quinto hijo de Nicolás II, Alekséi, ejecutado junto con su padre en 1918, sufría hemofilia o anemia hemolítica autoinmune. Ahí vio Duaigües otro filón: él, sus hermanos y su madre padecen esta última enfermedad. Y tras una consulta en el Hospital de Santa Caterina, en Girona, donde su abuela había sido asistida, confirmó que esta también la padecía. Alekséi debía su dolencia congénita a la rama materna de su familia. Su madre, Alejandra Fiódorovna Románova (Alice de Hesse y del Rin, de soltera), era nieta de la británica reina Victoria y la dolencia del hijo del último zar provenía, genes arriba, del rey inglés Jorge III, no propiamente de la dinastía de los Romanov.  

Pero eso no desalentó a David. El siguiente paso era comparar el ADN de la familia Duaigües con el de los Romanov. David no pudo conseguir el de su abuela, por lo que tiró adelante con el de su madre. ¿Y el de los Romanov? ¿Cómo conseguir una muestra de ADN de un Romanov? Si alguien pensaba que esa dificultad iba a frenar el ímpetu de Duaigües, estaba muy equivocado. Echó mano de internet, ese gran colmado. Y solicitó dictamen al Colegio de Farmacéuticos y Bioquímicos de Buenos Aires, que tras cotejar el ADN de la madre de David y el de los Romanov hallado en la red concluyó que "los resultados obtenidos incluyen la existencia de vínculo abuelo/nieta de Nicolás II y Alexandra respecto de Carme Martí Juanola, con una probabilidad del 99,9%".

Con esto y un abogado, Duaigües puso una demanda de reclamación de filiación contra los ignorados herederos del zar Nicolás II y la zarina Alexandra Fiodorovna. Esta fue aceptada a trámite por la Fiscalía de Lleida el 18 de septiembre de 2015. Una decisión que ha sumido en la perplejidad a no pocos abogados de la ciudad, que se preguntan si no hay asuntos que colapsan los juzgados y son más importante de solucionar que "esta chorrada".

Duaigües confía en que este viernes el juez le dé la razón. El demandante quiere que se le reconozca el parentesco con el último zar ruso. Su objetivo es poder reclamar la parte de la herencia que le correspondería a su abuela y conseguir el apellido Romanov que tanto ansía. Un afán que de momento, dice, ya le ha costado 30.000 euros.

Aunque esta curiosa historia haya sido admitida a trámite por el juez, en Torres de Segre es más bien objeto de chanzas. "Mucha gente se ríe de ellos", apunta Dolors, una vecina, hasta el punto de que David ha sido apodado como 'El Cafre'. Otra vecina sentencia que "esta obsesión le ha hecho perder la cabeza".

Los vecinos cuentan que ni David ni su madre tienen trato con sus conciudadanos, que en más de una ocasión ha tenido altercados con otros vecinos, incluso con el propio alcalde. Comentarios a los que Düaigues hace oídos sordos. Él, a lo suyo, a por el apellido Romanov.

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