Juicio popular al CIE

Entidades celebran un juicio al centro de internamiento para extranjeros de Barcelona y piden su clausura

CIE

CIE / periodico

TONI SUST / BARCELONA

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Representantes de entidades sociales se acercaron el viernes a la delegación del Gobierno central en Catalunya con un objetivo inusual. Iban a entregar una citación para un juicio popular que se celebró este sábado a mediodía. La acusada, la delegada, María Llanos de Luna, como representante del Estado. En realidad, el sometido a juicio fue el centro de internamiento para extranjeros (CIE), situado en la Zona Franca.

Empezando por el final, el veredicto ha sido concluyente: el CIE es culpable y debe cerrar definitivamente sus puertas. Más de 500 personas han acudido a la vista, hecha en la calle, ante el CIE. Llanos de Luna no se ha presentado. Una silla vacía, donde tendría que haberse sentado, señalaba su ausencia. Como jurado y como testigos han actuado representantes de entidades: del Col·legi d’Advocats de Barcelona, del Centre Català d’Atenció al Refugiat, del Institut de Drets Humans de Catalunya, de MigraStudium, de SOS Racisme, del Observatori del Sistema Penal i Drets Humans.

Los ‘testigos’ han repasado las principales ‘fechorías’ de la instalación, donde los inmigrantes en situación irregular que van a ser expulsados permanecen un máximo de 60 días, pese que no han cometido un delito: estar irregularmente en España es una falta castigada con una multa económica. También han tomado la palabra varios foráneos que han estado internados en el centro.

CUANDO NO IBA NADIE

El CIE de la Zona Franca, que abrió en 2006, tras el cierre del que estaba en la Verneda, está en medio de un polígono, rodeado de empresas. No es fácil encontrarlo: no hay una sola indicación que informe dónde pernoctan decenas de extranjeros bajo un régimen famoso por una comparación: los CIE han sido siempre más opacos que las propias cárceles. Ahora el centro está vacío, sometido a reformas. Cerró en octubre y en principio reabrirá en febrero o marzo.

Años atrás, los activistas que acudían a protestar lo hacían en grupos reducidos. La del CIE no era una causa tan conocida, y quienes sufren sus rigores suelen ser extranjeros que acaban de llegar a España desde África, cruzando el mar en patera o saltando vallas. No tienen entorno en Barcelona. Y cuando los dejan en libertad sin poder completar su expulsión, algo que sucede a la mitad de los internos por varias razones, son abandonados a su suerte, una vez garantizado el transporte hasta el centro de la ciudad.

Pero las cosas cambiaron hace tiempo. El Parlament y el ayuntamiento se han pronunciado a favor de la clausura del CIE y este sábado no solo había medio millar de asistentes, también una nutrida representación política. Entre otros, el nuevo secretario de Immigració de la Generalitat, Oriol Amorós; los concejales de Barcelona en Comú Gerardo Pisarello, Jaume Asens, Gala Pin y Mercedes Vidal; los de la CUP, María José

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Lecha, Josep Garganté y Maria Rovira; el diputado de Catalunya Sí que Pot en el Parlament Lluís Rabell, el diputado de ERC en el Congreso Joan Tardà. Amorós ha asegurado que los derechos humanos serán “un elemento fundamental para el Govern”. Pisarello, que el ayuntamiento hará todo lo que pueda para evitar que el centro reabra. Asens, que se ha dictado a la Guardia Urbana la orden de no hacer redadas étnicas y no pedir los papeles a los extranjeros que sean pillados colándose en el metro.

LOS MUERTOS DEL CIE

Los que ya no están son los muertos del CIE de la Zona Franca. Son tres: Mohamed, marroquí, que se suicidó en mayo del 2010. Idrissa Diallo falleció de madrugada, la noche de Reyes del 2012. Tenía una lesión congénita en el corazón, se supo después. Aunque un médico pudiera haberlo salvado, esa noche no tuvo ninguna oportunidad: no había servicio médico nocturno. En diciembre del 2013, Alik Manukyan, armenio, se colgó empleando los cordones de sus zapatos. Algunos internos denunciaron que había sido maltratado.

El CIE ha sido ‘condenado’ al cierre, pero todo apunta a que reabrirá. Como dice Jaume Asens, si solo se clausura el de Barcelona no habrá mucho motivo para alegrarse: los internos que ya no lleguen a la Zona Franca irán a Valencia o a Madrid.