La cumbre de París concluye con el primer acuerdo universal contra el cambio climático

ANTONIO MADRIDEJOS / PARÍS (enviado especial)

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Los 194 países presentes en la cumbre de París (COP21) han acordado avanzar en la lucha contra el cambio climático al aprobar un acuerdo de mínimos que por primera vez será universal, un hito diplomático que no soluciona el problema pero que sienta las bases para lograrlo en las próximas décadas. El presidente de la conferencia y primer ministro francés, Laurent Fabius, ha dado el martillazo de aprobación entre atronadores aplausos.

Todas las delegaciones podrán expresar sus quejas por el resultado después de 15 días de maratonianas reuniones, unas por considerar el texto demasiado vago y otras por todo lo contrario, pero lo cierto es que nunca un tratado había logrado que todas las partes se comprometieran por unanimidad a hacer algo, desde India y la China, tan reacias a adoptar medidas de mitigación que puedan hipotecar su crecimiento económico, hasta Estados Unidos, temeroso de cualquier acuerdo que pusiera en duda su soberanía nacional y no pudiera ratificarse en el Congreso. Eso sí, como era lógico, no todos avanzarán a la misma velocidad porque no todos se encuentran en las mismas circunstancias y tienen las mismas capacidades", según palabras de Fabius. Ha sido el triunfo de la "diferenciación": los ricos deberán hacer más.

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El acuerdo aprobado tiene como gran objetivo evitar que la temperatura  mundial aumente más de dos grados con respecto a los valores preindustriales, que se considera el umbral simbólico que separa una situación tolerable de otra con daños irreversibles, y propone incluso el umbral de 1,5 grados como meta alcanzable si fuera necesario. Puede parecer escaso si no va acompañado de una reducción efectiva y cuantificada de las emisiones de gases invernadero, algo que no aparece en el texto, pero el hecho de que los países en su conjunto se comprometan a lograr el objetivo significa que han de producir menos. Se sabe la cantidad necesaria y ahora se trata de avanzar por esa senda.

VINCULACIÓN JURÍDICA

El acuerdo es jurídicamente vinculante, pero justamente no en el capítulo fundamental dedicado a la mitigación de emisiones. Con la no obligatoriedad se logra que se sumen al esfuerzo los países más reacios a acogerse al paraguas de las Naciones Unidas, entre ellos EEUU y China. Lo que se propone a los países es que cumplan voluntariamente los llamados INDC, las planes nacionales de reducción de emisiones que ya han presentado a la Convención de la ONU sobre Cambio Climático (UNFCCC). Según las directrices del protocolo de Kioto de 1997, solo estaban obligados a actuar los países industrializados, a los que se les exigía que redujeran emisiones. De acuerdo con el nuevo texto, en cambio, se emplaza también a los países en desarrollo a mejorar su eficiencia, es decir, se les pide que aminoren el ritmo de crecimiento y apuesten por una reconversión de sus fuentes de energía. Así pues, el pacto entrará en vigor en el año 2020 con las casi 200 contribuciones nacionales presentadas.

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Todas las partes se han mostrado razonablemente satisfechas, incluyendo las oenegés ecologistas y otros grupos de la sociedad civil presentes en París, y han agradecido la sabiduría y agilidad de Fabius para contentar a todos. En su intervención, el secretario de Estado de EEUU, John Kerry, ha afirmado: "El acuerdo es una victoria para el planeta. Nadie pensará que es perfecto, pero es justamente como debía ser". "El texto es justo y equitativo -ha añadido el primer delegado chino, Zie Zhehua-. Acabamos de tomar el camino correcto por el bien de las generaciones futuras". "Hoy es día de celebración pero mañana mismo debemos ponernos a trabajar para cumplirlo", ha afirmado Miguel Arias Cañete, el comisario europeo de Acción Climática. Exultante, el primer ministro francés, François Hollande, ha concluido: "El mundo ha escrito una nueva página de su historia. Entramos en la era del bajo carbono".

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Si todos los países cumplen los INDC, y nada indica que no lo vayan a hacer porque los han elaborado ellos mismos, las temperaturas seguirán subiendo hasta al menos 2,7 grados, según los cálculos científicos. Así que han debido articularse mecanismos para mejorar los resultados. La principal propuesta de París es que los países deberán presentar voluntariamente en el 2018 una propuesta de contribuciones más ambiciosa y, en función de la evolución mundial, cada cinco años se deberán revisarla. La primera revisión obligatoria para todos sería en el 2025. Además, nunca se podrá ir para atrás.

TECHO DE EMISIONES

El acuerdo de París, finalmente, propone que las emisiones toquen techo "tan pronto como sea posible", reconociendo que esta tarea llevará más tiempo a los países en desarrollo. No hay más. Las presiones de las potencias emergentes y de los países petroleros han retirado del texto cualquier mención al objetivo internacional de la descarbonización -la supresión completa del uso de combustibles fósiles- en el año 2050, como se había propuesto al principio, o incluso el eufemismo de la "neutralidad climática", que incluía compensar las emisiones con sistemas de captura y almacenamiento de carbono.