"Los jabalís me han destrozado un 30% de la cosecha"

Los payeses exigen actuaciones excepcionales para paliar los graves daños que causan los cerdos salvajes en los cultivos

Joan Roquer, agricultor de Llagostera

Joan Roquer, agricultor de Llagostera / periodico

FERRAN COSCULLUELA

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Joan Roqué contempla las franjas de tierra removida que manchan el verdor de sus sus campos. "Los jabalís me han destrozado casi un 30% de la cosecha"», afirma apesadumbrado ante la plaga que atenaza los bosques y campos de varias comarcas de Girona. Joan se gana la vida vendiendo la leche de sus vacas. La mayor parte de los campos que cultiva los dedica al forraje (avena y ray-grass, principalmente), porque es la única forma de que su granja sea rentable. "Hay que evitar comprar la comida fuera, porque el precio que nos pagan por la leche es muy bajo", comenta.

El daño que causan los jabalís no es solo por las plantas que se comen o por la superficie de sembrado que hurgan con sus hocicos. Al remover los campos, provocan que el terreno quede irregular y luego las cosechadoras mezclan el forraje con la tierra y el ganado no se lo come, por lo que tienen que comprarlo a un proveedor. Las incursiones de jabalís en sus campos son habituales desde hace unos siete años, pero en las últimas temporadas "han ido a más".

DENSIDAD EN AUMENTO

Las sociedades de cazadores organizan batidas para mantenerlos a raya, pero son insuficientes para pararlos debido a la gran densidad de cerdos salvajes que hay en las comarcas de Girona (con más de 11 animales por cada 100 hectáreas). Los payeses se quejan, además, de que hay muchas trabas burocráticas a la hora de llevar a cabo las cacerías con carácter de urgencia. Cuando al fin se autorizan, los animales ya se han ido a otras zonas, denuncian.

En los últimos años, la Conselleria d’Agricultura ha puesto en marcha varias medidas especiales para hacer frente a la plaga, que es además un vector de transmisión de enfermedades, como la triquinosis. Entre ellas está la declaración de zonas de emergencia cinegética y las batidas nocturnas, en las que participan las sociedades de cazadores, aunque debido a su excepcionalidad son coordinadas por los Agentes Rurales.

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"Las batidas nocturnas se están demostrando como una de las medidas más efectivas para hacer frente a la sobrepoblación de jabalís", afirma Antoni Mur, inspector de ese cuerpo de vigilancia que depende de Agricultura. Hace unos meses, en los bosques próximos a la población de Cruïlles i Monells (Baix Empordà) capturaron 349 jabalís en 11 días aplicándo ese sistema, que consiste en salir a la caza de este animal con un vehículo dotado de un potente reflector de luz y en el que van apostados varios tiradores con rífles. Aún así, Mur reconoce que en algunas zonas de Girona no son capaces de estabilizar a la población. "Es un problema importante que en los próximos años requerirá medidas contundentes porque nos superará", admite.

Debido a los graves daños que sufren sus cosechas, los payeses son también muy conscientes del problema. En unas jornadas celebradas recientemente en Rajadell (Bages), el sindicato JARC denunció que los agricultores y ganaderos no pueden seguir haciéndose cargo de los destrozos, por los que no reciben ninguna indemnización, y exigió actuaciones excepcionales para realizar un control efectivo de las sobrepoblaciones.

Mauri Bosch, representante del grupo de trabajo de JARC dedicado a la fauna, denuncia el exceso de reservas de caza y zonas de seguridad que hay en Catalunya y que son utilizadas por los jabalís para refugiarse cuando hay batidas. Algunos de esos puntos sensibles están en parques naturales, otros en las periferias de pueblos y ciudades y también en el entorno de algunas infraestructuras.

"El control de las poblaciones no funciona y la Administración parece no tener prisa pero, o  enfocamos este problema de una forma gradual, o la fauna seguirá desmadrándose", advierte.