La Real Academia del Emoticono

El Unicode Consortium fija los estándares para cada signo en todos los sistemas operativos

La cara con lágrimas de alegría y el smiley.

La cara con lágrimas de alegría y el smiley. / periodico

CARMEN JANÉ / BARCELONA

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El emoticono, el invento de Scott Fahlman, que también hay quien discute en favor de otros foros también estadounidenses, está convenientemente regulado por el Unicode Consortium, una entidad que viene a ser la Real Academia o el Institut d’Estudis del Emoticono. Este organismo, en que el que participan empresas como Microsoft, Google, Facebook, Twitter o Adobe que lo sustentan y cuyas reglas siguen, se dedica a fijar el estándar de conversión entre números (lo que entiende la máquina) y letras (lo que entienden los humanos); es decir, a traducir lenguaje máquina a lenguaje humano para todo tipo de sistemas operativos. Whatsapp no participa del consorcio, y tira de lo que se aprueba para cada sistema operativo móvil.

Entre las atribuciones del consorcio figura determinar qué caracteres compondrán cada icono en cada sistema operativo. Porque, y esta es la gracia, no todos tienen los mismos iconos ni las mismas equivalencias, y la supuesta iconografía universal se convierte en un diálogo de sordos, cuyo lenguaje también tiene sus particularidades regionales.

La famosa flamenca del iPhone, en realidad una bailarina de salsa, es en Gmail un señor bailando a ritmo de música disco. La caca feliz también pierde sus ojos en otros sistemas; las chicas risueñas que bailan en Twitter son señores calvos y grises en Windows, el tenis parece un deporte distinto según soporte, la muerte es una calavera o una tumba o los cuchillos apuntan cada uno para un lado según el dispositivo en que aparezcan.

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Cada compañía envía sus propuestas y un consejo de sabios del Unicode Consortium las aprueba. Ahora hay 1.282 emoticonos, de los que 256 corresponden a banderas de países, y muchos no tienen equivalencia en todos los teclados. La bandera española es la única con dos versiones, una peninsular y otra para Ceuta y Melilla. La catalana, ni existe, como tampoco representaciones de otros símbolos de país, como la butifarra, el 'caganer', la sardana o los 'castells'. Pero, tranquilos, que también tienen su campaña para reclamar la cuatribarrada en Whatsapp. Aunque por lo visto nadie se ha molestado en enviarla a Unicode, que tiene peticiones para aprobar iconos para las motos, la paella o el cruasán.

Los usuarios japoneses, que fueron los primeros en utilizar masivamente la web móvil gracias al i-mode, el servicio de telefonía de la operadora Docomo que se considera como el precursor de la web móvil, tienen sus propios iconos, porque así se los ofreció la compañía. Fue un diseñador de la casa, Shigetaka Kurita, quien desarrolló la mayoría de los emojis. El motivo, explica en su blog, era que la pantalla en color de aquellos primeros móviles multimedia solo permitía mostrar 48 carácteres, por lo que había que ahorrar espacio. Y su primera inspiración fue la información del tiempo, pero se fueron añadiendo otras como el manga, los aseos o los iconos populares. “Los creé con la idea de que fueran universales, no solo para Japón”. Kurita hace tiempo que dejó los emoticonos y ahora trabaja para Namco Bandai, la empresa de videojuegos.

Creador de emoticonos es una formación altamente especializada, por lo visto. Twitter siempre recurre al mismo equipo, entre ellas algunas agencias externas, y Apple, lo mismo, aunque se ha inspirado en muchos de los emoticonos japoneses para los suyos.