ESPECIE PROTEGIDA

El canto del urogallo se apaga en los Pirineos y el Cantábrico

ANTONIO MADRIDEJOS / BARCELONA

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Cada vez es más difícil escuchar el canto del urogallo en el celo de primavera, cuando los machos se reúnen para defender sus territorios y exhibirse ante las hembras.

El urogallo, emblemática ave gallinácea de las montañas subalpinas, muy sensible a las perturbaciones de sus hábitats, ha visto reducidas sus poblaciones en España durante la última década hasta el punto de que en Galicia se ha dado por extinguido, en Navarra y Cantabria se considera prácticamente residual y en Catalunya, donde se concentran los grupos más nutridos, hay ahora entre un 30% y un 40% menos que hace solo 10 años. En total, posiblemente ya no quedan ni un millar de ejemplares entre los Pirineos y la Cordillera Cantábrica, los dos territorios peninsulares que les dan cobijo.

La regresión del urogallo obedece a una multitud de factores entre los que destaca en primer lugar la alteración de los bosques de alta montaña que siempre los han acogido, incluso por encima de los 2.000 metros de altitud. No se trata solo de la conservación de buenas masas de pino negro, pino albar y abeto -hayas en el Cantábrico-, sino de que estén acompañadas de espacios abiertos donde puedan encontrar alimento. «En muchas zonas -explica Nicolás López, especialista del área de conservación de la asociación SEO/BirdLife-, el bosque se está haciendo demasiado denso debido al abandono rural, mientras que en otras, en cambio, las actividades silvícolas molestan gravemente a la especie, como la búsqueda de madera para las plantas de biomasa».

CARRETERAS Y TENDIDOS

A todo ello se suma, prosigue López, la destrucción o fragmentación de hábitats debido a la construcción de carreteras, caminos y líneas eléctricas (al margen del problema de las colisiones con tendidos). «Ya no hay contacto entre las poblaciones pirenaica y cantábrica», lamenta. Los urogallos están protegidos y ya no se cazan ni siquiera de forma furtiva, pero la actividad cinegética de décadas pasadas, cuando se buscaban como trofeo los machos más hermosos, generó un desequilibrio genético que dejó secuelas, prosigue el miembro de SEO. «Hubo una especie de selección humana, no natural».

Jordi Canut, especialista del parque natural del Alt Pirineu, donde se conservan las mejores poblaciones de Catalunya, considera que otro problema importante es el excesivo crecimiento de ciervos, corzos, gamos y otros herbívoros que compiten con los urogallos por los frutos del bosque, como los arándanos. «Los ungulados están esquilmando sus hábitats. Interesaría que hubiera algún tipo de depredador», dice Canut. «Deberían hacerse cacerías de ciervos en esas zonas», añade López.

Los urogallos son muy sensibles a los ruidos. Si son molestados, en verano pueden salir corriendo, incluso volando si hace falta, pero en invierno tienen dificultades para caminar sobre la nieve. «Se agotan, pierden fuerza, y eso puede influir en su alimentación», avisa Canut. La presencia cercana de esquiadores (y el exceso de 'boletaires') no es tampoco beneficiosa. Aunque los cantaderos donde se reúnen en primavera suelen ser siempre en los mismos lugares, el técnico del Alt Pirineu explica que los urogallos son muy tímidos y difíciles de ver: «Observarlos en una auténtica lotería que dura décimas de segundo». 

CAMBIO CLIMÁTICO

Las nuevas condiciones derivadas del cambio climático, con nevadas menos intensas y temperaturas más cálidas, tampoco le están haciendo un favor al urogallo y a otras especies de alta montaña, comenta Ricard Casanova, jefe del servicio de Biodiversidad de la Generalitat (Departament de Territori). Los datos provisionales del censo elaborado este año muestran que posiblemente quedan ahora en Catalunya unos 380 machos, frente a los 540 de hace una década, lo que su supone una población total de unos 600-700 ejemplares, frente al millar estimado en el 2005.

La Generalitat ha puesto en marcha en los últimos años diversas iniciativas para intentar mejorar las poblaciones. En el Alt Urgell, el Pallars Sobirà, la Cerdanya y el Ripollès, por ejemplo, se ha intentado mejorar la calidad del bosque con desbroces que favorecen el crecimiento de arándanos, uno de los alimentos preferidos, y frenan la excesiva presencia de rododendros. Los resultados parecen esperanzadores, pero son solo el principio.

UN CENSO GENÉTICO

Elaborar un censo de urogallos no es nada fácil si se tiene en cuenta el carácter esquivo de la especie, pero es posible si se ponen medios. Y sin censos de fiar no se puede determinar el estado real de las poblaciones. Así que las asociaciones SEO/Birdlife y WWF han hecho un llamamiento a las administraciones competentes (autonómicas y estatal) para que se pongan manos a la obra.

Salvo en Catalunya, donde periódicamente se realizan análisis, en el conjunto de España no se crea en censo desde el año 2005 «pese a que la ley obliga en el caso de especies protegidas como es el urogallo», lamenta López. «Nosotros proponemos también un censo a partir de restos de plumas y heces, lo que nos daría una idea de la filiación genética y los problemas de endogamia», afirma.