CONFLICTO EN EL VALL D'HEBRON

El cirujano cesado que denunció recortes demandará al hospital

El doctor Manuel Galiñanes, ex jefe de cirugía cardiaca en el Hospital del Vall d'Hebron, ayer.

El doctor Manuel Galiñanes, ex jefe de cirugía cardiaca en el Hospital del Vall d'Hebron, ayer.

ÀNGELS GALLARDO / BARCELONA

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El ex jefe del servicio de cirugía cardiaca del Hospital del Vall d'HebronManuel Galiñanes, destituido de ese cargo el pasado lunes, una semana después de dar a conocer las consecuencias -que dijo incluso mortales- que la escasez presupuestaria impuesta por la Generalitat en la sanidad pública está teniendo en los enfermos, demandará al centro sanitario al considerar que «no hay motivos objetivos» para que se le aparte de la responsabilidad que ha ejercido desde el 2010. Asegura que dispone de documentación para ello. El cirujano, que también denunciará ser objeto de «calumnias» por parte de la dirección del centro, niega veracidad a las razones aducidas por la gerencia del Vall d'Hebron, que atribuye el cese al hecho de que Galiñanes no había solicitado su preceptiva «evaluación positiva», el control interno que deben superar cada cuatro años los responsables de área del hospital para mantener el cargo.

«Realicé una evaluación en diciembre del 2014, con unos resultados de actividad magníficos ya que ese año operamos más que nunca en Catalunya, y ya había presentado la solicitud para una nueva supervisión -explicó ayer Galiñanes-. El pasado febrero cambió la dirección y, desde el principio, discrepé ante su intención de cerrar quirófanos y camas del área postoperatoria».

Esta decisión se ejecutó al llegar los festivos de Semana Santa y, de forma especial, ante el periodo estival, momento en que, según Galiñanes, la dirección del Vall d'Hebron redujo la actividad de cirugía cardiaca de forma drástica. «Pasamos de operar a 15 pacientes a la semana a asumir solo dos o tres, y se cerró la unidad postoperatoria -indicó el cirujano-. Advertí a la gerencia del hospital de que esos cierres podían suponer un riesgo para algunos pacientes. El gerente me respondió que o estaba con él o contra él».

 El cirujano aseguró que desde el 15 de julio hasta el 15 de septiembre la actividad quirúrgica de su servicio se mantuvo en dichos mínimos, y circunscribe a ese periodo la muerte de dos pacientes pendientes de cirugía cardiaca. «Pretendían ahorrar con el cierre de camas, pero lo cierto es que los enfermos cardiacos que esperaban hospitalizados para ser operados estuvieron ingresados hasta 20 días, cuando la media tras la cirugía es de nueve días de ingreso». El gerente del Vall d'Hebron, Vicente Martínez Ibáñez, negó que los enfermos fallecidos a los que aludió Galiñanes hubieran estado nunca en lista de espera quirúrgica y atribuyó el pronunciamiento público del cirujano al malestar que le causó ser consciente de su inminente cese. La dirección médica del hospital ha añadido que el pasado verano la cirugía cardiaca del Vall d'Hebron se realizó «a demanda», a decisión de los cirujanos.

La trascendencia de estos hechos, y las reacciones que han provocado, resultan innegables. Se trata del primer episodio que vincula a consecuencias concretas los drásticos recortes presupuestarios aplicados por el Gobierno de Artur Mas en la sanidad pública. La rapidez con que Galiñanes ha sido apartado de su cargo sería una muestra de ello.

El cirujano atribuye a razones de índole «política» los hechos sufridos en su servicio. «Existe la decisión política de deteriorar, o destruir, la sanidad pública de excelencia, en especial la que ofrece el Vall d'Hebron -afirmó Galiñanes-. La cirugía cardiaca proporciona sustanciosos beneficios a los centros privados. Si los públicos operan menos, algunos pacientes optarán por la privada».