Música, arte, copas, y hasta niños

Antes de la burbuja inmobiliaria, de la crisis y de sus consecuencias, en barrios barceloneses como Sants se cocían aires de cambio. Algunas casas okupa fueron germen juvenil de movimientos asociativos y de renovación. Como La Garnacha, en la calle de Papin, donde muchos jóvenes de la zona se empaparon de ideas y sueños sobre un modelo productivo mejor y más justo. Tras una etapa en puesto de trabajo asalariado, uno de aquellos chicos, Bernat Serrat, interesado por esa consigna del trabajo digno, vio como la oportunidad le llegaba hace tres años.

Fue cuando se coincidió con «gente inquieta por la música y las actuaciones en directo, sorprendida de la falta de oferta en el barrio». De en espacio donde aunar conciertos, presentaciones de libros y exposiciones. Y una empresa donde nadie mandara más que otro. Junto con Nuria Alcober y Josep Rius lideran un bar multiespacio abierto a la cultura, el Koitton Club (en alusión a un fanzine que impulsó siendo muy joven), en la calle de Rossend Arús, a un paso de la plaza de Sants.

Pero no están solos, otros 27 socios colaboradores alentaron su despegue (aportando 250 euros por cabeza) desde la convicción de que el proyecto sería bueno para la comunidad. Prueba de esa vínculo con el entorno es su versatilidad, ya que la sala lo mismo acoge un concierto que celebra su vermut dominguero mensual, abierto también a las familias y a las actividades infantiles.

Nadie dice que el camino sea fácil: la burocracia, insonorizar, aislar el recinto para que pueda encajar en un vecindario... Pero la sala ya había convivido con los decibelios, porque antes fue estudio de grabación de Los Manolos. Y les permite su objetivo, «vivir del proyecto sin ambiciones económicas», con un salario digno pero donde cualquier beneficio se reinvierte.

Los tres trabajadores son socios y fuerza de trabajo a la par. Se reparten los horarios laborales y están integrados en otros colectivos.