Cine apto para niños autistas

Provisión de palomitas de maíz antes de entrar en la sala.

Provisión de palomitas de maíz antes de entrar en la sala.

ROSA MARI SANZ / BARCELONA

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Tienen miedo a la oscuridad, les altera el volumen alto y no son capaces de estar mucho tiempo tranquilos. Son algunos rasgos de las personas que padecen un trastorno del espectro autista (TEA), por eso, las familias que tienen hijos con esta peculiaridad no suelen ir al cine para evitar situaciones incómodas que pueden generar algunas conductas inadecuadas. Este domingo no han tenido que dar explicaciones a nadie por una pataleta, un movimiento estereotipado o un grito. Decenas de familias acudieron a los Filmax Gran Via de L'Hospitalet al pase de una sesión adaptada a sus necesidades. Todo estaba permitido, menos mandar callar. Se bajó el sonido, se mantuvo una tenue luz y los assitentes pudieron circular por la sala a sus anchas.

A Paco Martínez y a su hijo Marín, de 12 años, no les gusta ir al cine, pero respondieron a la propuesta de la asociación Aprenem, organizadora del acto, y a las 11 ya estaban a las puertas de la sala. Casi una hora antes del inicio ya se intuía por las palomitas en el suelo cual vestigio de una batalla campal que el público que iba a ver la película de animación 'Atrapa la bandera' era excepcional. "Es positivo relacionarnos. Se trata de intentar que las familias no nos volvamos también autistas", explicaba Martínez, quien confesaba que cuando le dijeron que su hijo tenía el trastorno fue "desvastador". "Cada familia lleva el duelo de la aceptación de una manera. Lo importante es no hacerlo solo".

REIVINDICACIONES

 Este hombre, como la mayoría de las más de 300 personas que fueron, son de Aprenem, entidad que ayuda y sirve de portavoz de las reivindicaciones de las familias. Y entre estas, explicaba su directora, Lidia García, madre de cuatro hijos, uno con autismo (Joan, de 12 años), que haya recursos públicos para la escolarización ordinaria, un servicio de apoyo a las familias, atención precoz de calidad, una apuesta firme por el ocio inclusivo y más sensibilización y visualización del trastorno.

«Los padres nos sentimos bien con estas actividades. Intentamos que nuestros hijos se muevan en este mundo. No son de su mundo, como se dice, son de este. Es el único que tenemos. El problema es que no tienen las herramientas para relacionarse de manera normal», explicaba. Y seguía: «El objetivo es que pese a este diagnóstico llevemos una vida lo más feliz y lo más normal posible. La normalidad es felicidad, pero actividades como ir al cine pueden ser una angustia».

UN PUNTO BALSÁMICO

 Miguel Ángel Miño y Helena Mayordomo iban por primera vez al cine con su hijo Martí, de cinco años, adoptado en China hace cuatro. Su debut en el mundo del ocio normalizado fue nefasto, contaba ella poco antes de entrar: "Fuimos al Auditori porque la música le encanta, pero todo el rato quería subir al escenario a coger los instrumentos y tuvimos que irnos". La vida les ha dado un vuelco desde que tienen una dedicación «total y absoluta» al pequeño. Para ellos, como para muchas familias, el disponer de una actividad en la que no estar pendiente de los demás, como la de ayer, tiene un punto balsámico. Aunque sea por poco tiempo.

La película comenzó minutos después de mediodía. No hubo suficiente con una sala y se ocuparon dos. A las puertas, voluntarios de la asociación se encargaban de unos talleres por si los niños no aguantaban la proyección, lo que permitía que los hermanos, grandes agraviados de la situación, pudieran quedarse con sus padres en la sala.

Nil no aguantó ni 10 minutos. Le siguieron varios, unos porque decían tener hambre, otros pedían pipí, y los más, como Nil, porque sí. "Él marca el ritmo . Te vas habituando solo a él. A veces vamos a restaurantes para obligarnos a salir, sino no harías nada, pero como estás todo el rato pendiente al final tú no disfrutas", explicaba su madre, Mireia Perals, quien destacaba que Nil, a quien no le cuesta sonreír, además de movido es muy sociable. El abanico del trastorno es muy amplio.

"Hay que romper tópicos --reivindicaba García--. Como que los niños con autismo no sienten el cariño. Claro que lo sienten y son capaces de darlo, pero de manera peculiar y diferente. Todos los padres saben que su hijo les quiere y que quieren a su hijo".

La película acabó antes de hora para muchos, a medida que pasaba el tiempo el ir y venir por la sala aumentaba. Como para muchos, el debut cinematográfico de Martí, tras su incursión en el Auditori, no fue completo. "Le ha interesado lo mismo las luces de la escalera que la película", contaba su madre tras salir de la sala. "Pero poco a poco...", sonreía con resignación mientras la familia marchaba cogida de la mano.

A la de ayer le seguirán más actividades. Pero el fin, contaba la presidenta de Aprenem, Emma Leach, mientras jugaba con su hijo Carlitos, es que entidades como la suya no existan: "Deberíamos tener una sociedad en la que no cubriéramos lo que corresponde a la Administración".