EFECTOS DE LA URBANIZACIÓN Y EL ASFALTO

Árboles y jardines disminuyen la isla de calor de las ciudades

Arboleda en el parque de la Ciutadella de Barcelona, un espacio urbano con temperaturas más suaves que en zonas colindantes.

Arboleda en el parque de la Ciutadella de Barcelona, un espacio urbano con temperaturas más suaves que en zonas colindantes.

ANTONIO MADRIDEJOS / BARCELONA

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Es bien sabido que la abundancia de arbolado y jardines tiene un efecto refrescante en las ciudades o, más exactamente, contribuye a reducir el efecto de la isla de calor, pero nunca hasta ahora se había comprobado el fenómeno con la precisión con que acaba de hacerlo la NASA. La agencia espacial, gracias a mediciones realizadas con satélites en todo el territorio estadounidense, ha observado que la temperatura entre barrios aledaños de una misma ciudad varía en verano hasta 1,9 grados en función de la cantidad de zonas verdes, mientras que las diferencias en invierno llegan a 1,5. Aunque se han realizado numerosos estudios mediante termómetros, el análisis de la NASA es el primero que cubre un territorio tan amplio. Para los trabajos se han empleado los satélites Aqua Terra.

La vegetación modula la temperatura de dos maneras fundamentales. La primera es mediante la evapotranspiración, un proceso por el cual las hojas de los árboles liberan agua a la atmósfera, de la misma manera que la evaporación del sudor en una persona también contribuye a enfriar la piel. La segunda es bastante obvia, como recuerda el profesor Jaume Terradas, investigador del CREAF, centro de investigación en ecología terrestre del campus de la UAB: si hay zonas verdes, el terreno no está cubierto de asfalto y cemento, materiales que absorben la radiación solar y la liberan por la noche, además de no tener coches.

JARDINES REGADOS

En cualquier caso, no es lo mismo un bosque que un jardín. «Los jardines regados pueden tener un claro efecto refrescante -añade Terradas-, pero también hay que tener en cuenta, especialmente en países como el nuestro, que no debemos abusar del consumo de agua». Según el estudio de la NASA, en ciudades como Phoenix, construida en medio del desierto, el área urbana tiene en realidad un efecto de enfriamiento debido al césped y los árboles (regados) que no estarían allí si no fuera porque hay una ciudad. El estudio, coordinado por Lahouari Bounoua, del Centro de Vuelos Espaciales Goddard, se ha publicado en 'Environmental Research Letters'.

El tipo de vegetación también influye en el clima urbano. Los árboles caducifolios de hojas anchas tienen más poros para el intercambio de agua que los árboles con acículas (pinos, por ejemplo), por lo que tienen un mayor efecto de enfriamiento. Por regla general, los de hoja caduca son ideales para las ciudades cálidas porque en verano dan sombra y en invierno, cuando más se añora la radiación solar, se quedan sin hojas y dejan pasar la luz. «Todo ello puede suponer un gran ahorro de calefacción», prosigue Terradas.

Bounoua y sus colegas utilizaron un modelo de cálculo informático para simular cómo sería la temperatura de una ciudad si todas las superficies impermeables fueron reemplazadas por vegetación. Luego comenzaron a reintroducir las superficies impermeables poco a poco. Curiosamente, la temperatura se disparaba en las ciudades cuyo territorio urbanizado superaba el 35%, hasta llegar a 1,6 grados de aumento en el caso del 65%. La NASA recuerda que un aumento de un grado es aparentemente poca cosa, pero puede aumentar la demanda de energía para aire acondicionado en verano entre un 5% y un 20%.