ESTUDIO DE LA UNIVERSIDAD DE BURGOS
El ADN revela que el pueblo vasco no es tan antiguo como se pensaba
Los habitantes de Euskadi serían los descendientes más directos de los agricultores que llegaron a la península hace unos 5.000 años
"El pueblo vasco tiene 7.000 años de antigüedad". Este era uno de los argumentos que esgrimía, en el 2008, el exlendakari Juan José Ibarretxe para defender el derecho de Euskadi a la autodeterminación y a la celebración de un referéndum sobre la independencia. Un estudio elaborado por científicos de las universidades de Burgos y de Upsala (Suecia) publicado ahora en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences de EEUU (PNAS) pone en duda que el pueblo vasco sea tan antiguo y lo sitúa, no en el Mesolítico como afirmaba Ibarretxe, sino en el Neolítico, hace unos 5.000 años.
Científicos del Centro de Evolución y Comportamiento Humanos, de la Universidad de Burgos, y de la Universidad de Upsala han llegado a esta conclusión tras analizar el genoma entero del ADN nuclear de ocho individuos del yacimiento de El Portalón de la Cueva Mayor de Atapuerca, que contiene fósiles de un inmejorable registro arqueológico de los últimos 10.000 años. Los restos analizados corresponden a ocho individuos que vivieron en la Sierra de Atapuerca entre el Calcolítico y la Edad del Bronce, es decir, tienen entre 5.500 y 3.500 años, y son de los restos más antiguos de agricultores ibéricos analizados hasta ahora.
LOS DESCENDIENTES MÁS DIRECTOS
El estudio ha comparado el genoma de estos individuos con el de las poblaciones actuales y con el de otros fósiles coetáneos de Centroeuropa y ha constatado que los habitantes del yacimiento español son agricultores neolíticos, pero también tienen genes de los antiguos cazadores-recolectores.
El estudio confirma así que durante 2.000 años esos primeros agricultores se mezclaron con las poblaciones previas asentadas en territorio ibérico antes de su llegada, y "así nació el sustrato genético de las poblaciones actuales de la península, que descienden de ambos grupos genéticos".
Los vascos actuales serían los descendientes más directos --y con más similitudes genéticas-- de las poblaciones que hace 5.000 años llegaron a la península Ibérica procedentes de Oriente Próximo y que trajeron consigo la cultura neolítica, la que dio paso a una sociedad sedentaria y basada en la agricultura y la ganadería.
GENÉTICA DISTINTA
Pero el estudio va más allá y confirma que dentro de la península ibérica, donde a lo largo de milenios su población se ha mezclado con acervos genéticos de diversas procedencias (africanas, asiáticas, etc.), este sustrato genético "está muy diluido en la mayor parte los españoles, mientras que entre los vascos se conserva en un porcentaje muy elevado". "Podríamos decir que las poblaciones vascas (norte de España y sur de Francia) son las más similares a estas primeras poblaciones ibéricas de agricultores neolíticos", explica el coautor del estudio Eneko Iriarte.
Esa podría ser la explicación de por qué la llamada "población vasca" tiene unos rasgos culturales y genéticos distintos a los del resto de los españoles y europeos, circunstancia que incluso podría explicar el enigmático origen del euskera. "Esto es un resultado muy interesante, ya que los vascos se han considerado siempre como una singularidad europea, no solo por su idioma único, que no parece tener relación con las lenguas del grupo indoeuropeo, sino también por su genética", destaca el coautor del trabajo Juan Luis Arsuaga.
ANTIGUO DEBATE
Uno de los debates más antiguos entre los arqueólogos guarda relación con el desarrollo y la expansión de la agricultura en Europa, una práctica que nació en Oriente Próximo hace unos 11.000 años (en una zona llamada 'el creciente fértil') y que llegó al viejo continente hace unos 7.500 años a través de dos vías: la costera-mediterránea (hasta la península Ibérica) y la centroeuropea.
Las opiniones se dividen entre los que piensan que la cultura neolítica se expandió por Europa únicamente a través de la difusión de ideas y los que creen que esa expansión cultural tuvo lugar mediante movimientos poblacionales, es decir, gracias a migraciones de personas que llevaron la agricultura y su nuevo modo de vida a todos los rincones de Europa. Pero ¿se mezclaron entre ellos? El estudio de Burgos apunta a que sí.
Las nuevas técnicas de análisis del genoma están zanjando esos viejos debates. "Y es que la ventaja de los análisis de ADN es que permiten trazar vectores poblacionales con seguridad y corroborar, matizar o contradecir con datos las hipótesis mantenidas por la arqueología hasta ahora", subraya Iriarte.
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