LAS CONSECUENCIAS DE LA MALA CALIDAD DEL AIRE

La ciencia estudia si la polución del tráfico contribuye a la obesidad

Imagen de Barcelona durante un episodio de contaminación, en el 2013.

Imagen de Barcelona durante un episodio de contaminación, en el 2013.

ÀNGELS GALLARDO / BARCELONA

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El aumento hasta ahora imparable en Catalunya, y en el resto de España, de la obesidad y el sobrepeso en niños cada vez más pequeños (se diagnostica a menores de 2 o 3 años) podría tener una relación causal con la contaminación del aire de las ciudades emitida por la combustión de vehículos de motor, aunque es evidente que no sería el motivo exclusivo del preocupante incremento de un fenómeno que ya afecta al 14% de la población catalana menor de 17 años. Esa vinculación, difundida en recientes estudios publicados por universidades de Estados Unidos y Europa, será objeto de un inminente estudio poblacional que impulsan los investigadores del proyecto Infància i Medi Ambient (INMA), colectivo que analiza el efecto que los contaminantes ambientales ejercen en la salud de las personas. Estudios precedentes de INMA han detectado la influencia de uno de esos gases, el dióxido de nitrógeno (NO2), en el desarrollo y la salud de los fetos y los niños de corta edad.

En la investigación de INMA, cuyo inicio está previsto para los próximos meses, participarán las 2.478 mujeres, y sus hijos, que ya han intervenido en anteriores estudios de este colectivo sobre la consecuencia de las cotidianas emisiones de NO2 en el ambiente. Este grupo de voluntarias fue captado en las consultas obstétricas de los centros de asistencia primaria (CAP) catalanes cuando iniciaron una gestación y en la semana 12 acudieron a realizarse la primera ecografía fetal pautada. Allí se las invitó a participar en investigaciones, con continuidad en el tiempo, en las que se iría analizando la evolución de sus hijos a lo largo de su crecimiento y en aspectos concretos. Las participantes, muchos de cuyos hijos ya han cumplido los 8 o 10 años, se han desplazado hasta su CAP cuando se les ha requerido para obtener algún dato o acceder a alguna medición.

HIPÓTESIS A DEMOSTRAR

La relación causal entre las emisiones de NO2 debidas al tráfico y el desarrollo de la obesidad es, de momento, «una hipótesis a demostrar», advierte Mònica Guxens, investigadora adscrita al Centre de Recerca en Epidemiologia Ambiental (CREAL), que ha participado en los estudios INMA, si bien, advierte, se trata de una sospecha ya constatada en anteriores estudios. El último de ellos, publicado por la facultad de Medicina de Universidad del Sur de California, vinculó claramente la exposición continuada a la contaminación causada por el tráfico de las ciudades con el imparable aumento de las cifras de obesidad en niños y adultos experimentado en los países desarrollados, y de forma especial en EEUU, donde el 40% de la población es obesa o presenta sobrepeso. Los niños españoles encabezan la cifra de menores afectados en Europa, un dato que los investigadores relacionan con la escasez de medidas medioambientales dirigidas a frenar la citada emisión de gases tóxicos. La Comisión Europea advirtió el pasado julio al Gobierno español de la «persistencia continuada» con que Barcelona supera el nivel máximo permitido de NO2, debido al tráfico, en el aire.

DISRUPTOR ENDOCRINO

Este contaminante actuaría como disruptor endocrino, u hormonal, es decir, como inductor de la acumulación en el organismo de sustancias químicas que alteran el equilibrio con que se secretan las diferentes hormonas, interrumpiendo algunos procesos fisiológicos que estas deberían dirigir. Ese desequilibrio interacciona con las funciones del sistema endocrino y provoca que el cuerpo acumule grasa en lugar de músculo, sostiene un estudio elaborado por el Centro de Investigación Biomédica en Red-Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición (CIBERobn), organismo que financia el Ministerio de Economia y Competitividad.

El CIBERobn, integrado por 24 grupos de investigación sobre la obesidad de instituciones científicas de toda España, ha analizado las posibles relaciones causales entre la epidemia mundial de obesidad y la exposición creciente a los contaminantes tóxicos, entre ellos el NO2. Según sus observaciones, los compuestos químicos de las emisiones del tráfico son solubles en grasas, lo que facilita que se acumulen con facilidad y permanezcan durante mucho tiempo en el ambiente y las personas. «En el 88% de la población general aún es posible detectar trazas de DDT, aunque el pesticida se prohibió en todo el mundo en 1978», indicó el investigador Javier Salvador, miembro de CIBERobn y presidente de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición.

La influencia de los contaminantes del tráfico en la expansión de la obesidad tendría a su vez una influencia negativa en la conservación y sostenibilidad del medioambiente, indican estudios británicos sobre el mismo tema, publicados en la revista International Journal of Epidemiology. Su tesis indica que las personas obesas son responsables de una mayor emisión de NOa la atmósfera que la población delgada. Un ejemplo de esto sería la población de Vietnam, que, se ha comprobado, consume un 20% menos de alimentos y también contamina mucho menos que la de EEUU.