«Cuando resuelvo un problema me siento feliz»

Matemático olímpico. Era un bebé que ordenaba los números y ahora es un campeón mundial de resolución de problemas.

«Cuando resuelvo un problema me siento feliz»_MEDIA_1

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GEMMA TRAMULLAS

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El sombrero negro y las camisetas con ilustraciones matemáticas -en esta ocasión, un pentágono regular dibujado con regla y compás- son una constante que permite identificarle a primera vista entre el universo variable de la población juvenil. Nacido en Bescanó (Gironès), Marc empezó imponiéndose en las pruebas Cangur de matemáticas, luego ganó varias olimpiadas españolas e internacionales para estudiantes de secundaria y ahora acaba de volver de Bulgaria, donde él y sus compañeros del equipo de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC) han logrado cinco medallas de oro en la Competición Matemática Internacional.

-¿Piensa constantemente en números?

-No cuento los escalones cuando subo escaleras, pero a veces se me ocurren las soluciones de los problemas en la ducha o garabateando en la servilleta de un bar. Tengo memoria, pero solo para algunas cosas. Me sé el número del DNI, pero no el de mi móvil.

-Con solo  20 años acumula 10 medallas y diplomas internacionales y ha terminado segundo de Matemáticas e Ingeniería Física con excelentes y matrículas de honor.

-Podríamos decir que las matemáticas se me dan bien.  Tengo suerte.

-¿Suerte? Aún gateaba y ya era capaz de ordenar los números y en primero de primaria dejó estupefacto al profesor cuando le dijo que el número mayor de tres cifras no era el 999 sino el 9 elevado a 9 elevado a 9. 

-Vengo de una familia de profesores y las matemáticas eran un juego para mí. Cuando íbamos en coche, mi padre y yo jugábamos a descomponer las matrículas en números primos. Él me enseñó a restar de una manera más intuitiva que en la escuela.

-Iba tan avanzado que le propusieron pasar de curso, pero se negó.

-No quería separarme de mis amigos. Nunca me he arrepentido de aquella decisión.

-Con 15 años ganó la prueba Cangur frentre a 9.000 estudiantes y vinieron a buscarle los cazatalentos de la UPC.

-Ellos me animaron a participar en las olimpiadas. Allí tienes que pensar y buscarte la vida para resolver problemas, que es la parte que más me gusta de las matemáticas. Cuando estoy resolviendo un problema me siento feliz. Estoy muy agradecido a mis padres, al Centre de Formació Interdisciplinària Superior que me beca las dos carreras, a los profesores Josep Grané y José Luis Díaz Barrero de la UPC y a los exolímpicos que me ayudaron.

-A usted las mates le hacen feliz, pero a muchos les amargan la vida.

-Las matemáticas tienen fama de complicadas, pero no lo son tanto. Tienen una estructura lógica y si entiendes bien lo que estás haciendo puedes ir avanzando sin excepciones ni obstáculos. Hay cosas muy bellas en las matemáticas, pero es difícil verlas dentro de un aula de la ESO.

-¿Por ejemplo?

-Si multiplicas 4 por 5 te da el mismo resultado que si haces 5 por 4. O si sumas 2 más 3 y después lo multiplicas por 4 te da lo mismo que si haces 2 por 4 más 3 por 4. Contar 3 cinco veces da lo mismo que contar 5 tres veces. ¿No le parece alucinante que cuadre?

-Hombre, tanto como alucinante...

-Y eso no solo pasa  con los números. Hay estructuras algebraicas muy bonitas. La propiedad asociativa de las matrices, por ejemplo; la he visto demostrada y sé por qué funciona, pero aún así diría que es magia. Cuando ves que todo cuadra, sientes la satisfacción de que todo sale bien, de que todo funciona, de que no hay lagunas.

-Al revés que en la vida, que está llena de cosas que, aparentemente, no cuadran.

-[ríe] Las matemáticas cuadran porque tienen toda una estructura formal interna que hace que cuadren y no puede ser de otra manera, pero la vida no es tan rigurosa. Además, tanto en la vida como en las matemáticas hay veces que las cosas no salen, pero si te encallas con un problema matemático siempre puedes dejarlo para otro momento, y en cambio en la vida hay que resolverlo ya.