Pastora de Llessuí. Pallars Sobirà

Anna Plana: «'En un año lo dejas', decían los pastores»

«'En un año lo dejas', decían los pastores»_MEDIA_1

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MONICA PELLICCIA

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Flores amarillas y dientes de león salpican de colores el verde paisaje de esta explanada de Llessuí, un pueblo de 60 personas, con sus casitas enclavadas en el Pirineo de Lleida. Allí se encuentra la cabaña para el rebaño -la borda- de la única pastora del valle, Anna Plana, de 29 años. «La pastoreta», como la llaman los ganaderos de la zona, tiene el pelo largo rubio y rizado, un piercing y el aspecto muy cuidado.

«Me he vuelto feminista gracias a este trabajo -dice Anna-. Los pastores de la comarca, todos hombres y mayores, no creían que durara demasiado en esta profesión, decían que en un año lo dejaría. Cambiaron de idea cuando me vieron pastorear hasta el octavo mes de embarazo. Allí me gané su respecto».

300 ovejas y 10 cabras

Se acercó al mundo del pastoreo casi por casualidad. Después de trabajar de peluquera y regentar un pub en Girona, ciudad donde nació, se inscribió en la Escuela de Pastores de Catalunya hace cinco años. Una decisión que la llevó a vivir en estas montañas. Y a quedarse. Al final de las prácticas ya tenía ocho ovejas y cuatro cabras. Ahora sale a pastorear cada día, desde las doce hasta las siete de la tarde, a sus 300 ovejas y su decena de cabras. Lo hace a 1.900 metros de altura, en pastizales que ofrecen vistas de postal.

«Las mujeres siempre han hecho de pastoras en la historia. Y no solo eso: ellas hacían las faenas más duras, como matar a los animales o cuidar la borda. Un trabajo invisibilizado, porque el pastor era el hombre». Hija de una trabajadora de la limpieza y de un pintor, creó su negocio desde cero y sopesa formas de mejorarlo, como pastorear a caballo para evitar los desplazamientos en jeep o encontrar una manera económicamente sostenible de producir queso.

«Cuando acabo el trabajo me gusta arreglarme. Para salir por el pueblo me pongo tacones y a veces me gusta pintarme las uñas, incluso si tengo que ir a pastorear», explica. Hasta tal punto se transforma, bromea, que cuando se topa por el pueblo con los otros pastores entre risas dudan de que realmente sea «la pastoreta». H