LA DIFUSIÓN DE LA TESIS DE LA IMPRUDENCIA

Víctimas culpables

Las declaraciones políticas degeneraron en insultos en las redes sociales

G. T. / BARCELONA

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Imprudentes y suramericanos. Con leves variaciones: incívicos e inmigrantes (aunque hiciera 20 años que vivían aquí y que también hubiera heridos de familias españolas). Estas palabras se impusieron en el relato del fatal atropello de Castelldefels-Platja. Habría otras para describir los hechos: aglomeración, confusión, inseguridad, falta de previsión… pero todas sucumbieron al paso del tiempo. «La palabra imprudencia estaba en todas partes, como un anuncio de seriales», afirma Cecilia Troncozo, madre de Frank, uno de 12 los fallecidos.

De hecho, la imprudencia aparecía también en la portada de EL PERIÓDICO del 25 de junio de 2010, dos días después de la tragedia, pero entre signos de interrogación. Los periodistas de este diario desplegados en el lugar de los hechos llegaron a plantear hasta diez incógnitas sobre el funcionamiento de la estación, que la investigación judicial no ha resuelto.

En una época en la que la presencia de reporteros en el escenario de tragedias levanta críticas por la falta de ética de algunos individuos, hay que recordar que sin el trabajo de quienes estuvieron en el andén aquella noche y en días posteriores los ciudadanos no hubieran tenido acceso ni a una cuarta parte de la información.

Otra cosa es que todo lo recopilado en el lugar de los hechos vaya perdiendo fuelle ante la insistencia del poder en reducir tamaño accidente a una sola causa: imprudencia. El entonces ministro de Fomento, José Blanco, hacía unas declaraciones en televisión en este sentido al día siguiente, cuando los familiares aún no sabían si los suyos estaban vivos o muertos. Le siguieron, con más o menos tacto, el expresidente de la GeneralitatJosé Montilla, y el exconseller de Política Terririal i Obres Públiquesexconseller , Joaquim Nadal, entre otros. Paradójicamente, las direcciones de Renfe y Adif fueron más cautelosas.

«Aún no comprendo la postura cerradísima del equipo de gobierno del PSC y de Iniciativa en aquel momento -afirma la exconcejala de ERC Àngels Coté-Todos hacían el mismo discurso, desde Montilla hasta el alcalde. Se cerraron en banda, no había ninguna fisura. La campaña fue brutal, enseñando cómo la gente cruza las vías y justificándolo todo en una infracción». El exacalde Sau defiende su actitud para evitar «la instrumentalización política» del drama.

La tesis de la imprudencia se reafirmó a través de la constante emisión de imágenes de personas cruzando las vías a plena luz del día. ¿Pero qué efecto hubiera tenido emitir en su lugar las imágenes de las personas que, aún hoy, se apean en Castelldefels-Platja y se dirigen instintivamente a la pasarela cerrada que comunica con el paso superior? ¿Qué hubiera pasado si llegan a emitirse las imágenes nunca encontradas de las aglomeraciones previas en Sants?

Pero nada de eso sucedió. El discurso imprudencia + suramericanos se impuso en el inconsciente colectivo y degeneró en insultos en las redes sociales. «Monos selváticos, sudacas, borrachos, codiciosos...» fueron algunas de las lindezas que les dedicaron a las víctimas y a sus familiares. Ahora que se persiguen los tuits catalanófobos sería una buena oportunidad para ampliar la acción legal a la latinofobia. Las pruebas siguen ahí.