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La investigación tiene futuro

El científico catalán autor de este artículo, que esta semana ha publicado el hallazgo del mecanismo de la metástasis de diferentes tipos de cáncer, pasa revista a las fortalezas y debilidades del futuro de la investigación en Catalunya. «El problema es que estamos congelados y ya se sabe que nada dura de forma permanente», asegura.

Manel Esteller, en su lugar de trabajo en el instituto de investigación biomédica del Hospital de Bellvitge. Sostiene que hay que desconfiar de cualquier científico que tenga el despacho ordenado.

Manel Esteller, en su lugar de trabajo en el instituto de investigación biomédica del Hospital de Bellvitge. Sostiene que hay que desconfiar de cualquier científico que tenga el despacho ordenado.

MANEL ESTELLER

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Como dijo alguien muy sensato, es más fácil hacer predicciones sobre el pasado que sobre el futuro. Por lo tanto yo ni lo intentaré, entre otros motivos porque la adivinación no es una ciencia. Pero sí quiero exponer algunas reflexiones sobre la investigación en nuestro país, Catalunya, y sobre sus fortalezas y debilidades. En la actualidad estamos realizando aquí una investigación con un grado de calidad excelente, particularmente en disciplinas como la investigación biomédica, la fotónica, la nanotecnología y la química, pese a las dificultades económicas generales y, en particular, las de las arcas de la Generalitat. Eso ha sido y es posible porque voces autorizadas tanto del actual Govern, como del que le precedió, de diferente color político, hicieron una apuesta transversal de país por la investigación.

El problema es que estamos congelados y ya se sabe que nada dura eternamente. Se acabará estropeando si no se da un paso importante para darle un respaldo general desde todas las instituciones y actores de la sociedad civil. Construir un país mejor no será tampoco posible si al eje nacional y social no se le une una mejora en la educación y la formación de nuestra juventud, así como la generación de una economía en parte basada en el conocimiento derivado de los centros de investigación de prestigio. No veo que esta cuestión figure en las propuestas electorales, salvo en algún caso excepcional, y sin incluir la misma no podemos hacer el necesario salto adelante que necesitamos.

Las nuevas generaciones de jóvenes científicos, aquellos que nos sacarán las castañas del fuego y acabarán de curar el cáncer, encontrarán los primeros tratamientos contra el alzhéimer, extraerán agua dulce a partir de agua salada de forma barata, implantarán nuevas energías no contaminantes o inventarán combustible que nos hará ir más allá de los astros próximos, encuentran problemas que deben resolverse lo antes posible: una necesaria reducción de la burocracia, la obtención de recursos basada en los méritos, la eliminación de cargos de confianza en los comités científicos y un incremento imprescindible de la dotación presupuestaria.Nuestras univerdidades deben ser más dinámicas, el conocimiento de inglés ha de generalizarse y hemos de hacer desaparecer todas las trabas para fichar talento extranjero.

Y eso no es solo responsabilidad de los gobiernos sino también de la sociedad, implicándose en el micromecenazgo, por ejemplo, y de las grandes empresas del país que dentro de sus obras sociales y fundaciones ya han comenzado a circular por este camino. Miremos, por favor, de poner las cosas fáciles con leyes de mecenazgo justas que recompensen fiscalmente a los benefactores, hablar de ciencia en el prime time, poniendo dinero-semilla para los emprendedores, usando modelos de contrato laboral adecuados a cada candidato más allá de escalas salariales del siglo XIX. Un país que desde el Born piense en el Món. Que sea capaz de crear, tener, retener y atraer talento. Si tenemos herramientas propias, mucho mejor. Pero si no, pongamos ingenio entre todos para salir adelante.