EL TESTIMONIO DE LOS NÓMADAS
Caroline Pilligrath: «Nadie puede trabajar con el ordenador en la playa»
Bloguera y consultora, vive de asesorar sobre márketing y medios sociales a empresas
Nacida en Alemania hace 25 años, Caroline Pilligrath es oficialmente nómada digital desde hace seis meses, después de que se le acabara su contrato en una empresa turística y decidiera hacer de su pasión viajera su profesión. «Me fui a Tailandia, hice conexiones, me organicé y me lancé a ver qué pasaba», explica. Estuvo en Bangkok, Chiang Mai, Koh Pagang y Koh Samui y de allí saltó a Birmania, donde pasó un mes recorriendo el país con una bloguera francesa a la que conoció durante el viaje. «Aprendí mucho, fue muy inspirador. En Birmania, las conexiones a internet no son muy buenas, así que volví a Tailandia».
Su modo de viaje difiere del mochilero clásico. Ella alquila habitaciones en un apartamento, como en Barcelona, donde lleva un mes, sin fecha de salida. "No me gusta hacer de mochilera, tengo que trabajar y prefiero estar en una casa, un piso compartido o algo así. Es como si vivieras allí». Afirma que no necesita lujos, más allá de una conexión a internet. Y recurre a los espacios de 'coworking' para trabajar y encontrar gente similar.
De su aventura da testimonio en un blog de viajes, 'Breathing travel', en el que pretende mostrar «cómo ver el mundo despacio y viajar de forma asequible». «Solo hace seis meses que lo empecé. No me permite vivir de él, pero tampoco quiero porque es muy inseguro depender de un cambio y que bajen las visitas. El sentido alemán de la seguridad», bromea. «Vivo de hacer páginas web y consultoría de márketing y medios sociales para empresas».
Se ve haciendo lo mismo durante los próximos años, pero «más lento». «No he visto la Sagrada Família ni el parque Güell, pero he caminado mucho por la ciudad y he conocido a gente y he hecho amigos. He probado el cava rosado, por ejemplo. Por eso vivo en un piso compartido, para explorar lo que hacen otros». Caroline desmiente algunos mitos del nomadeo digital, como las espectaculares fotos de gente con el portátil en la playa. «Nadie se va a llevar un ordenador para trabajar en la playa o la piscina. Que se llene de arena y con la luz del sol en la pantalla. No, esto no funciona así», sostiene.
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