Gente corriente

Abel Cutillas: "En una librería hay una gran capacidad de autoformación"

A García Márquez le hubiese encantado saber que Barcelona sigue siendo ciudad de libreros.

«En una librería hay una gran capacidad de autoformación»_MEDIA_1

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CATALINA GAYÀ

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Lo entrevisto el 1 de mayo, festivo, y no para de entrar gente. Unos días antes, Isabel Sucunza, su socia, le pidió que recomendara «un libro» a 60 estudiantes. Enumeró cinco -sí, cinco- en menos de 10 segundos. 

-¿Cómo se decidió a montar una librería?

-Me había pasado la vida estudiando. Estudié dos carreras, Filosofía e Historia, y un doctorado. Trabajé dos años en La Central, y para mí fue una experiencia de descubrimiento intelectual absoluto. Fue como hacer otra carrera. Vi que en una librería hay una gran capacidad de autoformación.

-¿Qué diferencia hay entre el descubrimiento intelectual que le da una librería y lo que le aporta una universidad?

-Es muy grande, y es lo que más me interesó. En la universidad llegué a una cierta saturación. Las ideas que se estudian son básicas, fundamentales y muy interesantes, pero ya muy trabajadas. Evidentemente, la universidad es fundamental, una cosa sin la otra no me interesaría.

-¿Y en una librería?

-Me permitió descubrir que había un mundo intelectual que está funcionando en directo. Cosas que están pasando, autores que están escribiendo en este momento. Me complementó mucho y me dio mucha vida intelectual.

-¿Le da acceso al error y a la duda?

-No. Te permite un acceso a la cultura más de apertura, de riesgo, de posibilidades.

-¿Por qué en Sant Antoni?

-Con Isabel teníamos claro que ni queríamos hacer una librería de barrio ni una librería particularizada. Queríamos estar en el centro y hacer una librería de Barcelona, por decirlo de alguna manera. Sant Antoni nos pareció un barrio ideal y este fue el primer local que vimos, y es perfecto.

-¿En qué sentido?

-Dónde está situado, cómo es. Yo tenía claro que no quería coger un local comercial y poner libros. Necesitaba unas dimensiones, y este es perfecto. Hemos podido poner un escenario. Le daba importancia a que no hubiera distancia entre dentro y fuera.

-¿En qué se diferencia la librería del siglo XXI de la del siglo XX?

-Más que una diferencia, creo que hay una pequeña evolución. Lo que hacemos  ya está inventado, lo que sucede es que ponemos el acento en las actividades.

-Abrieron en abril del 2014. Defina la Llibreria Calders.

-Somos una librería muy clásica, en el sentido del material que tenemos. Somos una librería de humanidades, de poesía, con ensayos de historia, de filosofía. Sin experimentos ni originalidades, pero tenemos la característica de que gracias al local podemos hacer muchas actividades. Intentamos salir de la estructura clásica de la presentación de libros, porque al final solo acaban alimentando el ego del autor y de la familia.

-¿Qué hacen?

-No somos pasivos. Intentamos hacer aportaciones: montamos ciclos, hemos pasado documentales, hemos organizado una semana de la edición independiente y, a finales de este mes, organizaremos una semana de la edición argentina para que haya un intercambio y un conocimiento. Somos nosotros los que ofrecemos una programación al público.

-Y el nombre…

-¡No tuvimos que escogerlo! En Barcelona no hay muchas librerías que tengan nombre de escritor. Nosotros no queríamos ser originales: poner Llibreria Calders a una librería que está en un pasaje que se llama Calders no es original. [Ríe] Yo soy muy fan de Calders, como todo el mundo que ha leído en este país. Que se cambiara el nombre del pasaje y que se le dedicara a Calders tiene que ver con la lenta recuperación de la cultura en este país.