FESTIVAL REIVINDICATIVO

Unidos por un trasplante

Meritxell, con un suéter rosa, junto a sus padres, Pere y Gemma, y su hermana pequeña.

Meritxell, con un suéter rosa, junto a sus padres, Pere y Gemma, y su hermana pequeña.

ANTONIO MADRIDEJOS / BARCELONA

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De repente, cuando Meritxell tenía 2 años, empezó a encontrarse mal, muy mal. Vomitaba, tenía problemas para respirar y el proceso de digestión se resentía...

La llevaron al Hospital Vall d'Hebron y en menos de 24 horas le diagnosticaron una hipertensión pulmonar primaria. «De un día para otro nos dicen que nuestra niña, que hasta entonces había ido con normalidad a la guardería, tiene una enfermedad incompatible con la vida y va a morir. Nos insisten también en que la única oportunidad es un trasplante, pero que no es nada fácil encontrar un donante adecuado. Fue un golpe terrible», recuerdan sus padres, Gemma Carreras y Pere Brugueras, vecinos de Terrassa. Meritxell fue ingresada en urgencia en la uci, fue intubada y se le indujo un coma en espera de un órgano que no llegaba. Su salud se deterioraba. «Dábamos el caso por perdido», prosiguen los emocionados padres. La anterior espera para un pulmón de un paciente de esa edad había sido de seis meses, quizá demasiado tiempo para el estado en que se encontraba su hija.

Pero el pulmón llegó y, 12 años después, Meritxell es una niña vivaracha que, al margen de la continua medicación con inmunodepresores y una serie de visitas y análisis periódicos en el hospital, lleva una vida como la de cualquier compañera. «Nuestra idea es siempre que los trasplantados lo sean para toda la vida. Ya tenemos niños que llevan más de 20 años con un hígado», afirman los doctores Jesús Quintero y Ramón Charco, especialistas en trasplante hepático. En muchos casos, incluso, la tendencia es a bajar la medicación con el paso de los años.

Meritxell asistió ayer junto a unos 200 niños más, todos ellos trasplantados en los primeros años de vida, a un acto festivo organizado por Vall

d'Hebron en CosmoCaixa que pretendía poner en contacto a padres que han pasado por la misma situación y reivindicar la importancia de los trasplantes. Si la historia de Mertixell ha acabado bien es gracias al «extraordinario equipo médico de Vall d'Hebron», como lo definen los padres, pero obviamente también a que una familia decidió donar el órgano de su pequeño fallecido.

Este es el caso de Maria y David, cuya hija Raquel, que ahora tiene 15 años, recibió un hígado cuando tenía solo cinco meses. «Raquel nació con una malformación bastante rara, unas atresias biliares. Intentaron reparar el hígado con una operación, pero no funcionó, así que todo se lo debemos a quien decidió hacer la donación -rememoran los padres-.. Raquel, tan vital con Meritxell, estudia danza en el Institut del Teatre.

No sabemos grandes detalles, pero creemos que fue un niño de Zaragoza que falleció en accidente»

Con ganas de vivir

«Ver a estos niños con ganas de vivir no tiene precio», comenta Teresa Pont, coordinadora del Servicio de Trasplantes de Vall d'Hebron. Pont asume que en situaciones luctuosas como la muerte en accidente de tu hijo es difícil reaccionar. «Sin embargo, sorprende ver que cuando uno ha perdido todo, en esos momentos de dolor, todavía hay gente capaz de pensar en los otros». Jornadas festivas como la de ayer sirven para recordar la importancia de estos actos altruistas. Gracias a ellos, Vall d'Hebron -líder en trasplantes en España junto al Hospital La Paz de Madrid- «ha podido retornar a la sociedad a casi 2.000 niños desde 1975», prosigue Pont. En el 2014, por ejemplo, en el hospital barcelonés se realizaron 91 trasplantes pediátricos: 13 de riñón, 14 de hígado, 1 de pulmón, 2 de corazón y 60 de progenitores hematopoyéticos.

Maria y David ensalzan también el contacto con otros padres. «Compartir experiencias ha sido fundamental. Cuando supimos lo del trasplante, fue un trance, pero conocer a familias que habían pasado con éxito por lo mismo era un rayo de esperanza», recuerdan.

«Esto es una gran familia -insiste Pont-. Para los niños, los médicos se acaban convirtiendo en una especie de tíos . Y tú, ¿cómo no les vas a coger cariño?» «Cuando ves que alguien salva la vida de tu hijo, inmediatamente quedas prendado», concluye Gemma.