APARIENCIA FÍSICA Y SALUD

"Qué guapa, tan delgada"

Las mujeres afectadas por trastornos alimentarios luchan contra la presión del canon estético

Clientas y maniquís en una tienda de ropa del Portal de l'Àngel, en Barcelona.

Clientas y maniquís en una tienda de ropa del Portal de l'Àngel, en Barcelona.

INMA SANTOS HERRERA

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Se llama Verónica, tiene 40 años, es madre de tres hijos y, explica, sufre anorexia desde los 18 años. Hace cinco decidió ponerse en manos de especialistas y hoy, con todas las reservas con las que puede afirmarse algo así, está curada. «A veces -cuenta- aún siento cierta incomodidad con mi cuerpo, pero me trato bien a mí misma y con cariño me digo: 'No pasa nada, no voy a tomar ninguna medida drástica, no hace falta, tú sigues siendo tú, no hay nada malo en ti, sigue adelante con tu vida; bienvenidas las arrugas y la grasa que se acumula». No siempre le resultó sencillo hablarse así a sí misma. Aún hoy recuerda esas conversaciones informales con amigas y familiares cuando estaba enferma, esas charlas como se dan a miles cada día en las que a una mujer alguien le dice: «Has engordado, ¿no?». «A mí me lo decían en las épocas en las que lograba coger algo de peso», dice Verónica. «A la que volvía a adelgazar, oía eso de: 'qué guapa estás'».

La presión estética sobre las mujeres es muy agobiante. Desde las conversaciones en apariencia inofensivas hasta las tallas de ropa que se pueden encontrar en las tiendas, pasando por la publicidad, los referentes de éxito sociales y los modelos en el mundo del arte, la cultura y la costura, el culto a la delgadez se impone estableciendo una correlación entre apariencia física (delgada), salud y éxito social. «¿Qué pasa si no eres delgada, si no tienes el cuerpo que marca la sociedad que tienes que tener? Nada importa que tú te gustes o te encuentres bien con tu cuerpo, porque no dejan de recordarte que estás gorda», escribía Anaïs Cases (estudiante de Barcelona) en una carta publicada por este diario el pasado mes de marzo. En los casos de mujeres que están sufriendo o han sufrido un trastorno alimentario, estos cánones de belleza casi inalcanzables, repetidos y recordados hasta la saciedad, son un gran obstáculo (otro más) para su recuperación.

EN GUARDIA

«Cada vez que oía a una amiga mencionar la dichosa operación biquini me ponía de los nervios. Ahora, interiormente, digo no. Soy capaz de ser crítica y ver que no es una obligación, que ni necesito ni quiero ni tengo por qué hacerlo», explica Clara, estudiante de Derecho de 22 años. Clara, compañera de Verónica en la Asociación Contra la Anorexia y la Bulimia (ACAB), sufre trastornos desde los 17 años. A los 19 empezó el tratamiento y desde hace tres puede decir que está curada. Aunque, cuando de estos casos se trata, recuerda Fernando Fernández, jefe de la Unidad de Trastornos Alimentarios del Hospital de Bellvitge, la línea entre estar o no curado es muy fina: «Un 50% de los casos de anorexia logran una recuperación total [entre el 65% y el 80% en los de bulimia y el trastorno por atracón], y un 30%, parcial».

«Lo de estar curado es relativo», corrobora Verónica. «Aprendes a aceptarte y a vivir en unas condiciones saludables, pero es un trabajo diario y te obliga a estar en alerta constante», añade. ¿Por qué? «Porque sé que si alguna vez estoy baja de ánimos, mi tendencia es ir hacia ese camino y no quiero», explica  Clara.

Los expertos coinciden en que se trata de enfermedades mentales con un cuadro muy complejo y multicausal. «Un 30% o un 40% de los casos se explican por factores genéticos, pero también intervienen la personalidad y las circunstancias, y el factor sociocultural», afirma Fernández. Este último -la presión por la estética, los cánones de belleza, esa operación biquini siempre condenada al fracaso, aunque sea parcial- no lleva inevitablemente al trastorno, pero es un factor más que está presente durante la enfermedad, el tratamiento y  la recuperación. «Es evidente que para superar el trastorno tienen que seguir con su vida, y la sociedad que les rodea es la que es y no se lo pone fácil; hay que aprender a ser críticos», afirma Cristina Carretero, directora de Promoción de la Salud de la Asociación Contra la Anorexia y la Bulimia (ACAB).

 

'ME GUSTA'

 «Luchaba conmigo misma para ser lo que los demás esperaban de mí y aquello con lo que me bombardeaban». Así era la Verónica de antes, cuando «el hecho de ir a una tienda y no encontrar talla o descubrir que no tenía la misma que unos meses atrás era motivo de alarma». La Verónica de ahora dice ser «feliz con su cuerpo». «No es fácil -apunta Clara- cuando estás en la veintena, eres joven y en tu generación el físico es tan importante». Es entonces, describen los expertos, cuando la mujer, harta de no gustarse a sí misma, busca la aprobación de los demás a través de cambiar su físico. Ese es uno, hay más, de los caminos que llevan al trastorno alimentario. Y una de las piedras, hay más, que encuentran las mujeres que enfilan el camino de la recuperación.

Signo de los tiempos, Clara apunta a las redes sociales: «Solo entro en Facebook para compartir eventos y artículos. Es desesperante esa obsesión por colgar selfies o fotos de perfil en las que las chicas muestran su delgadez, y esos 'qué guapa' en el muro o los me gusta. Eso también es presión social; lo asumimos como normal, pero no lo es», dice, indignada. Son cosas aparentemente sin importancia, pero en la soledad de la enfermedad y durante la recuperación, afectan. Y mucho.

Todos esos mensajes tienen en el centro de la diana a la mujer. «Se han normalizado actitudes y conductas en torno al cuerpo de la mujer, como las dietas, que no son normales. Hay estudios que afirman que más del 70% de las mujeres han hecho dieta alguna vez», afirma Carretero. «Es injusto», lamenta Clara; sobre todo, dice, porque además existe el reto de la supermujer: «no basta con que trabaje fuera, sea madre, lleve la casa y lo controle todo; además tiene que ser guapa y delgada». Verónica ha pasado por tres embarazos: según su experiencia, la maternidad es increíble pero también dura por lo que supone físicamente. Y la recuperación no solo es física, se le dice a la mujer, sino también estética: esas mujeres de papel cuché «perfectas, a las que casi no se le nota» poco después de dar a luz.

CUIDARSE

Los expertos en salud alertan de que una cosa es alimentarse de forma adecuada y saludable y otra la obsesión por adelgazar a cualquier precio que muchas veces se esconde tras el eufemismo de cuidarse. A su sombra se ha generado una lucrativa industria alimentaria, farmacológica, médica y nutricional.  A Clara le cuesta más soportar la actitud de ciertas personas que la existencia de esos productos milagrosos. «Oyes a gente que pasa una mala racha decir que intentará adelgazar, como si así las cosas le fueran a ir mejor. Y callas porque no vas a explicarle lo que has pasado o estás pasando, pero le dirías: '¿No sería mejor pensar en cuál es el motivo y buscar soluciones?'». Habla la Clara recuperada, la misma que admite que hace un par de años no hubiera atendido a razones ni consejos: le faltaban herramientas para superar inseguridades y la baja autoestima, entre otras cosas.

«Más que combatir contra gigantes de la moda, del estilismo y según qué webs, debemos luchar desde la persona; trabajar la autoestima y la seguridad de cada uno y buscar pautas que nos ayuden a ser autocríticos», dice el doctor Fernández. En palabras de Verónica; «Con el tiempo he dejado de rebelarme contra la sociedad. Creo que cada uno debe saber quién es y cuáles son las cosas importantes. Apenas veo la tele, tengo mi propio mundo, hago las cosas que me gustan y no me importa lo que digan sobre mí o mi aspecto. Si la sociedad opta por ser superficial, allá ella».