EL FUTURO EN UNA EXPOSICIÓN

Un ascensor al espacio

Eva y Wall-e 8 Los robots protagonistas de la película animada que acontece en un planeta Tierra devastado y sin vida, en el año 2.800.

Eva y Wall-e 8 Los robots protagonistas de la película animada que acontece en un planeta Tierra devastado y sin vida, en el año 2.800.

CRISTINA SAVALL / BARCELONA

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Hace 300 o 400 años, nuestros antepasados podían pronosticar que, a lo largo de su vida, el mundo sería prácticamente el mismo que conocieron cuando eran niños.

«¡Hoy ya no es así! El desarrollo de la civilización industrializada y los acelerados cambios que comporta derivan en que, por su incerteza, el concepto de futuro gane protagonismo». Con esta frase comienza el viaje imaginario hacia cómo será el mundo dentro de 85 años, pero con proliferación de datos de base científica, que propone la nueva exposición de CosmoCaixa 'Experiment any 2100'.

«Asimilamos los cambios más rápido. La electricidad necesitó de 50 años para cambiar nuestra vida. Hoy las grandes transformaciones tecnológicas, como internet o la telefonía móvil, han necesitado pocos años para asentarse en la sociedad. Pero predecir el futuro resulta bastante difícil», coinciden los asesores de la muestra, Miquel Barceló, catedrático de Enginyeria de Serveis i Sistemes d'Informació de la UPC, y Josep Perelló, doctorado en Física.

Por ello, una de las salas recuerda pronósticos desacertados, como cuando en 1895 el físico lord Kelvin, que fue el primer presidente de la Comisión Electrotécnica Internacional, aseguró que eran «imposibles» las máquinas voladoras más pesadas que el aire. O cuando Thomas Watson, presidente de IBM, declaró en 1943 que en el mundo «solo había mercado» para unos cinco ordenadores. O cuando sir Harold Spencer Jones, astrónomo real de Gran Bretaña, dijo que «los viajes espaciales son una tontería» días antes del lanzamiento del Sputnik 1 en 1957.

La muestra plantea interrogantes sobre cómo se podrán resolver los problemas que acechan a las próximas generaciones. «Exploramos el futuro estudiando las grandes tendencias del siglo XXI: la superpoblación, las megaciudades, la escasez de recursos naturales y la sociedad del conocimiento, sin olvidar que el mañana está por escribir y que todos podemos colaborar a que sea mejor. Debemos actuar», concreta Elisa Durán, directora general adjunta de la Fundació La Caixa, que recuerda que actualmente el 50% de la población mundial vive en las ciudades. «La previsión del 2050 es que sea el 70%», indica.

Los impactos del cambio climático son ya evidentes. En un juego de pulsar botones, el visitante puede elegir varias opciones de cómo será Barcelona en el 2100. En la más pesimista, el aeropuerto ha desaparecido bajo las aguas por la subida de nivel de los mares. «Y la Sagrada Família emergerá como la Catedral del Mar con toda Ciutat Vella sumergida», señala Barceló.

Una odisea

La ciencia-ficción imagina futuros posibles, pero nada garantiza que se puedan llegar a cumplir, aunque la exposición rinde homenaje a grandes visionarios del género, como Arthur C. Clarke. Ayer se cumplían siete años del fallecimiento del autor de El centinela (1948), relato breve del que brotó '2001: una odisea en el espacio'sobrecogedora película de ciencia-ficción en la que Stanley Kubrick relata la lucha de un hombre contra la computadora creada por él mismo.Antes de anticiparse al futuro a través de la literatura, Clarke deslumbró al mundo científico en 1945 cuando en un artículo vaticinó que existirían satélites de telecomunicaciones que girarían sincrónicamente con el planeta Tierra. Ocurrió 20 años después. En la muestra se exhibe una maqueta de un ascensor espacial, un invento que en 1979 Clarke predijo que sería realidad 50 años después. «Y ya se está fabricando una plataforma que transportará personas y mercancías desde la Tierra hasta una estación espacial situada a 36.000 km de altura», apuntó Barceló.

La parte más fascinante la aportan los guiños cinematográficos, desde vitrinas en honor a Blade Runner y a Wall-e a una réplica del coche de 'Retorno al futuro', colgado de una pared en la entrada del museo.