El refuerzo de los voluntarios

El Casal dels Infants, en el Raval, se llena de alumnos de primaria que hacen deberes con ayuda de monitores

M. G. S. N. / BARCELONA

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No todos los niños van a casa tras el colegio, ni tienen padres que les ayuden con los deberes. Algunos acuden a centros como el Casal dels Infants,, para tener refuerzo escolar. Allí no solo aprenden a resolver problemas de matemáticas o a hacer ejercicios de ortografía, sino ambién valores y el sentido de la responsabilidad.

Así se ve en el aula donde tres monitores ayudan a alumnos de primaria. En una mesa está sentada Eli Gómez, auxiliar del casal, con Younes, un estudiante de sexto que el viernes tiene un control de matemáticas. Younes se muestra muy optimista cara al examen. «A pesar de las divisiones con decimales y el máximo común divisor, lo que más me cuesta», confiesa. Esta tarde tiene la suerte de contar con Eli solo para él. El resto de compañeros se encuentran en la sala contigua terminando los disfraces de carnaval (de lápices, gomas y calculadoras) y los carteles para la cabalgata. «Además de hacer lengua y matemáticas hacemos que se involucren en los temas del barrio», explica Teresa Roigé, una de las responsables del casal. En otra de las mesas está Xavier Soler poniéndole una hoja de divisiones a un niño. Soler es voluntario desde hace tres años, además de maestro. Hay una tercera mesa con varios niños bromeando con el monitor.

En las paredes está colgado el gran termómetro de la convivencia. Una vez a la semana hacen una asamblea por grupo. «Hay un encargado de la convivencia que apunta todo y valora cómo han estado en conjunto», explica Silvia Cupet, educadora responsable. La merienda también es un punto importante para empezar con fuerzas y aprender a alimentarse. También involucran a las familias.

Muchos de estos niños son hijos de padres inmigrantes. Algunos de sus progenitores no saben bien el idioma. Otros ni siquiera pueden leer ni escribir. Por eso, gracias a estos centros, los alumnos consiguen ponerse al día. «Los niños se motivan porque pueden participar en clase», dice Cupet.

A pesar de ser un centro adonde se va a hacer deberes, los estudiantes están contentos. Algo que se ve nada más entrar al casal, donde hay decenas de notas colgadas dando las gracias a los monitores por su ayuda. «Hay una carta que nos escribió una niña cuando acabó sexto. Después el refuerzo es en el instituto, pero nos echan de menos», comenta Cupet.