Guiomar, una fotógrafa completa

El proyecto Unique recoge retratos de personas que viven sin una parte del cuerpo. La autora sabe de qué habla: nació sin una parte del brazo derecho pero este hecho nunca le ha frenado.

NURIA.

NURIA.

MÒNICA TUDELA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Guiomar González cuenta con naturalidad que ella es zurda «por obligación, por necesidad». Explica que nació sin parte del brazo derecho y que, pese a que sus padres le han contado que de pequeña su impulso era acercarse a los objetos con la derecha, la necesidad le hizo cambiar de lado y ahora se maneja a la perfección con la izquierda. Tan bien se las ha apañado hasta ahora y tan convencida está de que la gente que vive con algún miembro amputado puede tener una vida completamente plena y normal que ha decidido reflexionar sobre todo ello en forma de proyecto fotográfico.

Hacía algún tiempo que Guiomar, de 22 años y que actualmente trabaja de retocadora, le daba vueltas a la idea de reflexionar sobre su situación personal, compartida por tantas otras personas, pero no acababa de encontrar la forma adecuada para hacerlo ni el momento de empezar a trabajar. Los estudios de fotografía que llevaba a cabo le dieron la oportunidad. «Estaba estudiando en el Institut d'Estudis Fotogràfics de Catalunya, donde pasé tres años, y cuando llegó el momento de plantear el trabajo de fin de estudios me di cuenta de que era el momento de hacerlo, de no retrasarlo más», cuenta Guiomar.

Seis meses de trabajo

Dicho y hecho. De enero a junio del año pasado esta joven fotógrafa se dedicó en cuerpo y alma a contactar y a retratar a personas que vivían su misma situación. «Me falta la mitad del brazo derecho», explica, «y quería trabajar sobre este hecho, retratando a personas a las que también les faltara una parte del cuerpo, ya fuera de nacimiento o por algún tipo de accidente sufrido a lo largo de su vida». El resultado es el proyecto fotográfico Unique, una parte del cual puede verse en estas páginas.

El trabajo recoge 15 dípticos en los cuales Guiomar ha retratado a personas. «Hay adultos y también niños. Y para mí ha sido muy interesante poner ante la cámara a gente que ha vivido la misma situación que yo porque compruebas que cada persona es distinta. Hay gente más insegura, gente que lo lleva mejor, personas que son más tímidas. Cada uno es diferente», cuenta. Los dípticos están compuestos de manera que en la imagen de la izquierda no se aprecia que a la persona le falta una parte del cuerpo, mientras que en la foto de la derecha se desvela el misterio y la discapacidad queda a la vista. Aunque Guiomar rechaza de entrada la palabra discapacidad.

«Ante todo quiero decir que no me gusta la palabra discapacidad. Digo de mí que n bme falta urazo y punto. Yo ya nací así, así que para mí vivir sin una parte del brazo es algo normal. Nunca he ido a ninguna asociación o grupo a buscar ayuda», precisa la fotógrafa, vecina de Sant Esteve de Palautordera, aunque ahora reside en Barcelona. «Con este proyecto no quería dar pena. Siempre lo enfoqué como un proyecto de superación de las personas», explica.

La parte más complicada del proyecto Unique consistió en encontrar a la gente y entablar relación con ellos. Una vez contactados, convencerles para que participaran fue más sencillo. Precisa Guiomar que contó con la ayuda de médicos, ortopedas y traumatólogos que le ayudaron a contactar con pacientes. Y más adelante, también con el soporte de grupos y asociaciones de personas amputadas. Las sesiones fotográficas se llevaron a cabo en el estudio de unos compañeros.

El trabajo gustó en la escuela, y mucho. Se llevó un 9 de nota y los elogios de compañeros y profesorado. «En Unique vimos que Guiomar tenía la suficiente madurez fotográfica para retratar personas que la sociedad cataloga como discapacitadas y mostrarlas como cualquier otro ser humano, con sus problemas, miedos e inquietudes. Todo ello mediante una atmósfera de complicidad que le permite a la autora mezclar su realidad con la del fotografiado», comenta Eduard Bertran, el profesor del Institut d'Estudis Fotogràfics de Catalunya que hizo el seguimiento y la evaluación del proyecto. «Guiomar nos da a todos una enorme lección, tanto humana como fotográfica», añade.

Para ella el trabajo ha representado también un ejercicio personal interesante. «He podido ver la madurez de la gente y, a la vez, establecer paralelismos conmigo». «Este ha sido un trabajo muy pensado en conocerme a mí misma», añade Guiomar. ¿Ha podido apañárselas bien para manejar la cámara con la izquierda? «Sí. Me he adaptado sin problemas. Cojo la cámara de una forma peculiar pero he realizado las sesiones con normalidad», desvela.

Hija de padre escultor y madre psicóloga, Guiomar cuenta que «de pequeña ya quería hacer alguna cosa artística», que finalmente ha resultado ser la fotografía. «Soy un mix de los dos», dice. «De pequeña, cuando salía con amigos, yo siempre era la que llevaba la cámara», añade.

Ahora la voluntad de Guiomar es hacer crecer el proyecto, ya sea añadiendo más gente a los dípticos, haciendo fotos desde una perspectiva distinta o incluso trabajando con textos. «Muchos retratados me pasaron escritos, más o menos largos, sobre sus experiencias y quizá podría aprovecharlos en el futuro», cuenta.