La pobreza energética agrava los incendios en viviendas en invierno

Incendio en un edificio de viviendas de Esterri d'Aneu, el 2 de enero.

Incendio en un edificio de viviendas de Esterri d'Aneu, el 2 de enero.

CARLOS MÁRQUEZ DANIEL
BARCELONA

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Las noticias de fuegos en hogares salpican los periódico durante el invierno. Y a no ser que la cifra de víctimas sea abultada, estos sucesos suelen ocupar un lugar menor en la prensa. Si se agrupan y se analizan de manera global, surge una realidad inquietante: el número de muertos creció el año pasado en España un 11,5% (116), y en el último mes y medio han perdido la vida 32 personas, 16 desde el 1 de enero. El asunto mezcla legislación y concienciamalos hábitos y, también, pobreza energética. La crisis, aseguran técnicos y expertos -aunque es más una sensación que una certeza estadística-, ha disparado el riesgo de que un piso termine en llamas.

La madrugada del 19 de enero, tres fuegos causaron seis heridos en Sitges, La Canonja (Tarragona) y Terrassa. Ardieron dos cocinas, un salón y un garaje particular; era una noche fría. Un día antes, en Santander, un hombre de 90 años moría asfixiado por inhalación de humo tras un incendio originado en el sofá de su comedor. La mañana anterior, un anciano de 93 años perdía la vida en San Sadurniño (A Coruña). En todos estos casos suele repetirse una misma liturgia: llamada a las autoridades y desplazamiento de unidades de bomberos, una ambulancia para tratar a los heridos y la policía local para controlar el entorno. La rapidez con la que se actúa es fundamental, y según apunta Vicente Mans, presidente de Tecnifuego, asociación que agrupa a las empresas dedicadas a la protección contra incendios, "los fuegos son ahora más violentos que antes". Y concreta: "Los bomberos tardan lo mismo en llegar que antes, pero ahora se encuentran con incendios mucho más desarrollados porque en las viviendas se acumula más material inflamable. El sentir de los bomberos es que hay que hacer algo urgente con las viviendas".

Casos de libro

También han aumentado los casos en los que el origen de la llama es un sistema de calor poco fiable. No hay más que sumar dos más dos. Una pareja de ancianos que pasa parte de su pensión a su hijo en paro, padre de dos niños, apaga la calefacción de gas que alimenta todas las estancias para ahorrar. Pero como hace un frío de mil demonios, recurre a vetustos generadores de calor. Se meten en la habitación, cierran la puerta y prenden la estufa de toda la vida, esa que guardaban en un armario por si las moscas. En el resto de la vivienda reina un riguroso invierno. A partir de ahí puede pasar de todo. Una cortina, unos pantalones que querían secarse. Cualquier cosa puede prender mientras el morador dormita.

"La crisis obliga a optimizar recursos -señala Mans-, de ahí que muchos hogares pasen de la caldera segura, más cara, a la combustión directa, mucho más peligrosa". Carles Noguera, subinspector de los Bomberos de la Generalitat, apostilla las opiniones del presidente de Tecnifuego. A la pregunta de si la crisis causa un aumento del número de incendios en las viviendas, reflexiona con prudencia. Pero asiente. Y precisa que es más "una sensación que una certeza, porque no es algo que se pueda constatar con los números". Supondría admitir la pobreza energética en nuestro país, y eso es algo que orilla entre lo social y lo político; así que mejor evitar terreno pantanoso. Rechaza, eso sí, esbozar un perfil "porque esto le puede suceder a todo el mundo, sea de la condición social que sea".

Técnicos y expertos coinciden en la necesidad de intervenir sobre la prevención, y en esa tarea incluyen una legislación que facilite que los hogares sean más seguros (ver causas de los incendios en el gráfico). En este sentido, el presidente de Tecnifuego considera que España "debería ser más ágil a la hora de promover una ley", y avanza que Fomento tiene sobre la mesa la propuesta de que sea obligatorio instalar un detector de humo en las casas. Suena exagerado, pero países como Reino Unido, Holanda, Suecia o Alemania ya lo tienen en su normativa, y Francia se pone a ello dentro de un mes.

Aislar y salvar vidas

Para llegar a ese punto, sería necesario que Fomento modificara el Código Técnico de la Edificación, los mandamientos por los que se rige la construcción. Del mismo modo que desde junio del 2013 es obligatorio el certificado de eficiencia energética, Mans apuesta por incluir en las condiciones para realizar transacciones de pisos que estos tengan instalado este dispositivo que avisa con su sirena cuando intuye el humo. Su argumento es demoledor: la certificación energética vale 100 euros como mínimo y te garantiza un hogar bien aislado, pero un detector no cuesta más de 20 euros y te puede salvar la vida.

Noguera coincide en que cualquier elemento que ayude a la detección de humo (añade un extintor o una boca de incendio en el rellano) es beneficioso. "Disponer de ellos es fundamental y puede evitar muchas tragedias". Pero recuerda que toda norma requiere de un control: "Si se aprueba una ley y después no se hace cumpli, no sirve de nada".