LOS PROBLEMAS DE LA IGLESIA CATÓLICA

Una víctima destapa una red de pederastas en el clero de Granada

El obispo Martínez, en una ofrenda a la patrona de Granada.

El obispo Martínez, en una ofrenda a la patrona de Granada.

JULIA CAMACHO / SEVILLA

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Una carta de una víctima de abusos sexuales ha destapado una red de supuestos pederastas en el seno de la diócesis de Granada. La investigación abierta por la fiscalía señala ya a 12 personas, entre sacerdotes y seglares, que en su mayor parte habrían encubierto los abusos que durante una década se sucedieron en varias residencias de la provincia y que afectaron a al menos cinco personas, ahora adultas. El obispado ha apartado a los tres sacerdotes que cometieron los abusos sobre los menores después de que el Vaticano le hubiera instado a actuar.

La investigación se inició el pasado septiembre en la Fiscalía Superior de Andalucía, que tras recibir la denuncia de la víctima abrió diligencias informativas e instó a la fiscalía provincial a denunciar los hechos, según confirmó ayer mismo el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA). La causa, que está ya en el Juzgado de Instrucción 4 de Granada, se encuentra bajo secreto de sumario. No obstante, ha trascendido que no se trata de unos hechos aislados cometidos por un solo párroco, sino que hay al menos tres sacerdotes de distintas parroquias que habrían cometido los supuestos abusos, mientras que el resto serían partícipes en calidad de encubridores.

Asimismo, algunas fuentes cercanas a la investigación señalan que entre las cinco víctimas detectadas hasta el momento no solo habría varones, sino también niñas, y que las pesquisas tratan de determinar si contaron con la colaboración de alguien ajeno a las parroquias. Las fuentes consultadas señalan que puede ser una de las tramas de corrupción de menores más importantes de las destapadas hasta el momento en el clero en nuestro país.

DENUNCIA EN EL VATICANO

La investigación se inició a raíz de la denuncia que una de las víctimas, un hombre que actualmente cuenta con entre 20 y 30 años y es profesor universitario, formuló al mismísimo Vaticano, según adelantó el diario Religión Digital. El joven dirigió la misiva a la Secretaría de Estado de la Ciudad del Vaticano para detallar a lo largo de cinco folios el calvario y la tortura que llevaba años ocultando, y que temía que se podía estar repitiendo con otros chicos.

Sin embargo, el detonante que le hizo poner el caso en manos de la justicia fue una sorpresiva llamada telefónica que recibió días después, a comienzos de agosto. Identificándose inicialmente como el «padre Jorge (Mario Bergoglio)», una voz extrañamente familiar se ponía en contacto con él para conocer personalmente su caso. Según la reconstrucción que ha podido hacer el citado diario, el papa Francisco le explicaba que había leído la extensa carta y reconocía que se había «emocionado» con su contenido, aunque había sufrido «un inmenso dolor» por los hechos que se describían y que habían cometido miembros del clero.

Pero la conversación contenía también un mensaje importante, ya que el Pontífice le pedía perdón en nombre de toda la Iglesia «por el pecado y delito» que había sufrido. Asimismo, trasladaba al joven su «apoyo y el de toda la Iglesia» y le anunciaba: «Ya hay gente trabajando para que todo esto se pueda resolver».

Desde su elección, el actual Pontífice se ha mostrado combativo con la pederastia e incluso a comienzos de este año pidió públicamente perdón por los abusos sexuales cometidos por sacerdotes. «Me siento llamado a hacerme cargo de todo el mal de algunos sacerdotes», aseveró en abril durante una audiencia concedida a la Oficina Internacional Católica de la Infancia (BICE), en la que, refiriéndose a la jerarquía eclesiástica, señaló también: «Debemos ser muy duros. ¡Con los niños no se bromea!».

Las palabras dirigidas por el Papa a la víctima andaluza dieron paso a los hechos y poco después la Archidiócesis de Granada recibió una llamada de la Santa Sede para que de forma urgente tomara cartas en el asunto, de forma que los presuntos pederastas sintieran el peso de la justicia y se asegurara, además, la protección de otras posibles las víctimas.

DOS VÍAS

De esta forma, la judicialización de los supuestos abusos se produjo por dos vías. El joven, aliviado al saber que contaba con el apoyo del Papa, puso el caso en conocimiento de la Fiscalía Superior andaluza, que abrió diligencias. Y también el arzobispado puso la correspondiente denuncia en el juzgado.

La diócesis inició además un procedimiento interno para verificar la verosimilitud de la denuncia y, una vez comprobada, impuso como medidas cautelares la suspensión a los sacerdotes implicados directamente en los abusos. En un comunicado, la diócesis asegura que desde que conoció la denuncia ha seguido «escrupulosamente el procedimiento previsto por la disciplina canónica», al tiempo que insistía en que se mantiene la «tolerancia cero» con los abusos y quienes los cometen y se presta «ayuda a las presuntas víctimas». Los resultados de la investigación interna preliminar han sido remitidos además a la Santa Sede.