ALERTA SANITARIA INTERNACIONAL

Ocultación mortal en Sierra Leona

Las brigadas de informadores hallan 22 enfermos y más de 60 cadáveres en los domicilios inspeccionados

EL PERIÓDICO / BARCELONA

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La orden oficial de que los seis millones de habitantes de Sierra Leona no salieran de sus domicilios durante tres días, desde el pasado viernes al domingo, ha permitido descubrir parte de la realidad, aún oculta, sobre las consecuencias de la epidemia de ébola en aquel país. Se sabe que el miedo a ser estigmatizados si se sabe que sufren la infección provoca la ocultación de los enfermos, pero lo descubierto por las brigadas -unos 30.000 voluntarios- que durante el confinamiento han visitado 1,5 millones de domicilios de cientos de ciudades ha sorprendido y horrorizado.

Entre 60 y 70 cuerpos de enfermos de ébola fallecidos en los últimos días permanecían en sus casas sin enterrar, y 22 infectados no recibían asistencia sanitaria porque no salían de casa, indica el balance inicial de la medida, que, no obstante, no ha dejado de recibir críticas desde numerosas organizaciones humanitarias.

Convivir con el cuerpo de un fallecido de ébola es propiciar, de forma casi infalible, nuevas infecciones, al igual que lo es atender a un enfermo sin adoptar medidas de protección que impidan entrar en contacto con su sangre, orina o saliva. De todo esto han informado a los ciudadanos los visitadores voluntarios, que han accedido a los domicilios con la excusa de ofrecerles una pastilla de jabón e instrucciones de uso.

Poco preparados

Los críticos con este gigantesco puerta a puerta informativo han aducido la escasa preparación sanitaria de muchos de los voluntarios reclutados por el Gobierno. «Los coordinadores del plan estaban bien entrenados, pero los equipos que visitaron a las familias en algunas regiones del país no han recibido formación sobre los consejos que debían dar», afirmó ayer Abubakarr Kamara, portavoz de la organización humanitaria Salud para Todos (Health for All). La excesiva juventud de algunos informadores, y la radicalidad de la medida fueron otros elementos de crítica. La organización Human Rights Watch (HRW) indicó que la acción fue más «un golpe de fuerza que una intervención sanitaria». «El confinamiento obligado nunca es una buena aproximación a un problema de salud», aseguró HRW.