Jordi Aragunde: «Ya volvemos a cargar lo mismo que hace 8 años»

Sus padres llegaron en busca de un futuro. Y lo hallaron gracias al oficio que él tiene hoy: estibador

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CARME ESCALES

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Cada día a las 7 de la mañana, entre 400 y 500 estibadores acuden al puerto de Barcelona para saber los horarios y el trabajo que les depara la jornada, en función de la llegada de buques y mercancías para cargar y descargar. El oficio de estibador es tan antiguo como la navegación marítima. A partir del siglo XIII ya hubo en Barcelona gremios de bastaixos, descargadores del puerto. En los años 70 (del pasado siglo) el padre de Jordi Aragunde fue uno de los primeros vancarristas del muelle barcelonés. Manejaba el vancarrier, la grúa que liberó a los estibadores futuros, como su hijo, de cargar sacos en la espalda.

-De padres a hijos, esa es la idea que se suele tener del oficio de estibador.

-Como en muchas profesiones (médicos, arquitectos, actores...), simplemente conoces el oficio a través de tus padres y, en mi caso, vi que era un buen trabajo, duro y difícil, pero con un ambiente laboral fantástico, con un sindicato fuerte y unido que sabes que te protegerá y te defenderá hasta el final y, en cuanto ves la oportunidad de presentarte a las oposiciones, pues lo haces.

-¿Cuántos hijos de estibadores trabajan en el puerto también como estibador?

-De los 1.058 estibadores que somos, hay entre el 30% y el 40% de familiares.

-¿Hay mujeres haciendo ese trabajo?

-Sí. En nuestro puerto, de los 1.058 estibadores, 50 son mujeres. En los últimos 15 años las ha empezado a haber porque la exigencia física se ha reducido, gracias a las máquinas y a la tecnología. Antes era todo mucho más manual. La proporción de mujeres estibadoras en Barcelona, Málaga y Valencia es de entre el 7% y el 8%. En países como Italia, Francia o Grecia no las hay, y en Suecia hay un 40% de estibadoras.

-¿Para entrar hay que pasar pruebas físicas, como pasa con bomberos y policías?

-Sí, pero son pruebas que buscan básicamente descartar anomalías graves que impidan al trabajador desempeñar su trabajo. Luego se hacen revisiones anuales y se intenta que todo el mundo mantenga unos estándares físicos para evitar lesiones.

-Ustedes tienen fama de ganar mucho.

-Nuestro sueldo base es de unos 1.200 euros y pico. Y a partir de él, hacemos más horas cuando la productividad en el puerto es mayor, por lo tanto, ganamos más.

-¿Por qué van cada mañana al puerto para saber horarios habiendo aplicaciones móviles para planificarse?

-Las usan en toda España, pero en Barcelona nosotros preferimos el contacto personal. Eso nos mantiene unidos y con fuerza. Y cada semana celebramos asambleas.

-Desde 1978, el sindicato de los estibadores, La Coordinadora, cuida de los trabajadores activos y jubilados. ¿Cómo lo hace?

-Con los activos, por ejemplo, impulsa la formación continua y la prevención. Con los jubilados, unos 300 o 400, se ocupa de que no les falten ayudas para acceder a gafas o prótesis y, del sueldo de los activos, cada año les entrega lotes navideños.

-¿El estibador sabe lo que se importa y se exporta, lo que embarca y desembarca?

-Bueno, para nosotros, los contenedores son como cajas de colores, pero sí, el puerto refleja la evolución de la economía mundial. Es un buen termómetro.

-¿Y qué indica ahora ese termómetro?

-Suben las exportaciones y las importaciones tienden a bajar. Desde febrero ya volvemos a cargar el nivel de mercancías de hace 8 años o incluso lo superamos.

-¿Cúal es su velocidad de trabajo?

-Unos 40 contenedores por hora. En el resto de España están sobre los 20 o 23, y en el norte de Europa, unos 24 o 25. Es la mentalidad del estibador barcelonés: trabajar a destajo cuando hay más productividad. Eso es lo que nos diferencia.