El modelo turístico de Barcelona

Cuidar la ciudad y el turismo

Un grupo de turistas, esta semana, con un guía en la zona de la Sagrada Familia.

Un grupo de turistas, esta semana, con un guía en la zona de la Sagrada Familia.

JORDI WILLIAN CARNES
CEO DE TURISME DE BARCELONA

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El modelo de turismo que Barcelona y Catalunya han forjado está en las antípodas del turismo incívico. Cultura, sostenibilidad, inteligencia y ciudadanía definen nuestra hoja de ruta para un turismo de calidad.

Sin denostar la reciente controversia en torno al incumplimiento de la norma de algunos apartamentos turísticos de la Barceloneta y suscribiendo el rechazo al turismo incívico que sus vecinos han denunciado con toda la razón, es oportuno hacer una reflexión ponderada sobre los beneficios que el turismo nos aporta. El éxito de Barcelona como destino turístico hay que buscarlo no solamente en la apertura al mundo que significaron los Juegos Olímpicos de 1992, sino en el espíritu de consenso y de participación ciudadana que generaron esos Juegos. La clave de aquella forma de hacer ciudad fue la implicación y el orgullo ciudadano que mostraron el sector público, el privado y sobre todo, los barceloneses.

De aquel espíritu nace Turisme de Barcelona. Con el liderazgo de la ciudad, pero con la fuerza de una sociedad civil y económica bien incardinada se tejió un modelo turístico con una estrategia a largo plazo: optar por un turismo de calidad, que redunde siempre a favor de la ciudad de Barcelona y no en su contra.

Puestos de trabajo

Barcelona combina tradición, cultura con gastronomía; deporte con playas; compras con una amplia oferta de ocio. Es la capital, además. de una Catalunya que tiene bellísimos parajes, todos ellos a poca distancia de Barcelona.

La capital catalana es hoy una de las ciudades líder en reuniones de empresas, congresos y convenciones. El turismo genera más de 120.000 puestos de trabajo directos y beneficia a multitud de sectores económicos más allá de los evidentes. Los turistas dejan diariamente 25 millones de euros en la ciudad.

Son datos que reflejan una realidad de éxito, pero a la vez, contrastados con las pésimas imágenes que nos deja este turismo incívico no deseado, son hechos que nos llevan a la reflexión. El éxito del sector parece indiscutible, el reto es saber adaptarnos y renovar el compromiso publico-privado en clave actual. El compromiso de reafirmar la seguridad para todos los actores, los ciudadanos que viven permanentemente, los que nos visitan. De generar las máximas transparencias jurídicas y legales. Con las correspondientes responsabilidades fiscales de todos. Y sabiendo utilizar las nuevas tecnologías, para que las experiencias de las personas que nos visitan, como de aquellos que reciben sean gratificantes. Es una cuestión que atañe a toda la ciudad y también a  Catalunya.

El turismo que queremos no es el que hemos visto estos días por las calles de Barcelona. Es, sin embargo, tarea de todos proyectar un sector con las bases sólidas, que continúe fomentando la calidad y la inteligencia en todas sus acciones. Un turismo smart, es decir: eficiente, sostenible, que genere experiencias positivas y crecimiento a los turistas que nos visitan, por supuesto, pero también y, por encima de todo, a la ciudad y a sus habitantes.