Análisis forestal

El 77% de los pinares del Bages y Berguedà quemados en 1994 no se recuperará

Un 31% de lo que antes era bosque en esta región ahora ya no lo es y las extensiones de prados se han multiplicado por 36

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El 77% de los pinares de pino laricio de interés prioritario del Bages y Berguedà quemados en 1994 no se recuperará, y desde entonces solo el 23% de ellos se ha regenerado, según ha informado este jueves el Centre de Recerca Ecològica i Aplicacions Forestals (CREAF) en un comunicado, tras analizar los cambios en las cubiertas del suelo afectado.

Tras los incendios, un 31% de los que antes era bosque en esta región "ahora ya no lo es", y las extensiones de prados se han multiplicado por 36: la mayoría de los antiguos pinares han sido sustituidos por matorrales o por bosques aún muy jóvenes de especies arbóreas rebrotadoras, como la encina, el quejigo o el roble pubescente.

Según ha constatado el Creaf, el pino laricio --pinus nigra--, que antes del incendio ocupaba un 71% del terreno forestal en el área afectada, ha desaparecido de la mayor parte del territorio; lo mismo le ha ocurrido al pino albar --pinus sylvestris--, aunque este tan sólo ocupaba un 6% del bosque inicial.

En la zona sur del incendio, el pino carrasco --pinus halepensis-- está sustituyendo al pino laricio en buena parte del terreno que antes compartían, lo que se debe a que el pino carrasco posee un mecanismo de adaptación a los incendios: preserva parte de sus piñas cerradas durante años para abrirlas justo después del fuego, lo que le permite colonizar fácilmente ambientes quemados.

En otras zonas, el pino laricio convivía con especies arbóreas rebrotadoras como encinas y robles, y ahora estas especies están ocupando todo el espacio, cambiando así la estructura y la composición del antiguo bosque.

En muchos otros lugares donde el pino laricio no convivía con otras especies arbóreas los árboles están siendo reemplazados por matorrales, que han triplicado su extensión.

Prados

Los prados y herbazales también han hecho una aparición muy notoria en el paisaje, en parte porque después del fuego se incentivó la recuperación de antiguos pastos para el ganado.

El estudio del CREAF constata la importancia que tienen los grandes incendios forestales como moduladores y transformadores del paisaje a gran escala, no sólo de manera inmediata, sino también a medio y largo plazo.