La protección de la infancia

"El problema es el verano"

Centro vivo 8 Piezas de fruta y vasos de colores en los casilleros de los menores usuarios del centro abierto Joan Salvador Gavina, el miércoles.

Centro vivo 8 Piezas de fruta y vasos de colores en los casilleros de los menores usuarios del centro abierto Joan Salvador Gavina, el miércoles.

T. S.
BARCELONA

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El centro abierto barcelonés de Joan Salvador Gavina, en el Raval, es el primero en su género que se creó en Catalunya. Fue en 1979, un año después de que una de sus fundadoras, Conxita Mata, hiciera un informe del barrio y concluyera que la infancia sufría allí una desatención intolerable. La entidad conoce bien la crisis y los problemas de alimentación: tiene comedor escolar desde hace tres décadas, al que actualmente asisten un centenar de menores. En total, atiende a 160 niños de 130 familias. Algunos son ya jóvenes e incluso hay algún universitario en la nómina de usuarios.

El centro Joan Salvador Gavina ofrece ocio y refuerzo escolar a los niños entre semana, pero con los años y el incremento de la dificultad ha aumentado su catálogo de servicios. Este verano, por primera vez, tendrán actividad no solo en julio, cuando hay casal y colonias, sino también en las dos primeras semanas de agosto: colonias de nuevo. Al casal acudirán 80 niños. A las colonias, en una casa del centro que está en Planoles (Pla de l'Estany), irán 60 en julio y otros 40 en agosto, en grupos de 20 por semana.

«Aquí hay situaciones críticas de siempre pero en estos últimos años se han multiplicado», dice Jordi Balot, director del centro. Da buena cuenta de la situación el hecho de que un 71% de las familias atendidas por al fundación tienen ingresos inferiores al salario mínimo interprofesional, o que un 91% viven bajo el umbral de la pobreza. «Estamos hablando de familias con cuatro o cinco hijos. Algunos te dicen: 'Abro la nevera y solo hay un yogur para todos'», cuenta Balot.

Llegar a las madres

A través de los hijos se integra a las madres. Porque la mayoría de los familiares que tienen relación con el centro son mujeres: poco a poco se progresa en implicar también a los maridos. El miércoles, la actividad bullía en el centro, adscrito a la Fundació Pere Tarrés. Unos niños merendaban, otros hacían los deberes... Algunos juegan en liguillas de fútbol sala. Otros, más pequeños, hacen natación un día por semana.

Además, el Gavina, como se le conoce en el barrio, tiene convenios que permiten a los niños contar con un bien preciado para familias en dificultad: revisiones oftalmológicas y odontológicas con el Institut Català de la Retina y el hospital odontológico de Bellvitge. El resultado es que un menor puede acceder a un tratamiento de dentista que su familia no podría pagar y la fundación asume el coste. Su director da a entender que no tiene mucho sentido mirar si los padres pueden pagar 5 o 10 euros por tratamiento. Porque el 100% no pueden asumirlo. Lo que sí se hace, relata Anna Puig, trabajadora social de la entidad, es instar a que soliciten las ayudas existentes.

La entidad tiene un presupuesto para el 2014 de 800.000 euros. De ese total, la mitad es dinero público aportado por el Ayuntamiento de Barcelona, la Generalitat y el Estado, este a través de la partida del 0,7 del IRPF. El 30% lo aporta la obra social de La Caixa y el 25% restante proviene de aportaciones privadas. «Ahora no hay problema», asegura Balot sobre las ayudas públicas a la alimentación: «El problema es en verano».