Alan Weisman: "Si no reducimos la población, la naturaleza lo hará por nosotros"

Minneápolis, 1947. Periodista e investigador. Lleva más de 50 años viajando por todo el planeta para realizar investigaciones y reportajes sobre medio ambiente, economía, relaciones internacionales y cultura popular, que ha publicado en los principales medios de su país, como el 'Harper's Bazaar' y 'The New York Times Magazine'.  Sus libros han llamado la atención mundial por su original enfoque a la hora de tratar los problemas medioambientales. 'El mundo sin nosotros', del 2007, se convirtió en un 'best-seller' internacional traducido a 34 idiomas.  Actualmente también ejerce de profesor de periodismo internacional en la Universidad de Arizona. Está casado con la escultora Beckie Kravetz, con quien tuvo una hija, que falleció.   La raíz de todos los problemas del planeta se resume en una operación de matemáticas: somos 7.200 millones de habitantes, pero solo cabemos entre 2.000 y 3.000. El periodista e investigador medioambiental cree que

El periodista e investigador Alan Weisman asegura que «el mejor anticonceptivo que existe es la educación de las mujeres».

El periodista e investigador Alan Weisman asegura que «el mejor anticonceptivo que existe es la educación de las mujeres».

JUAN FERNÁNDEZ

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El éxito mundial de su anterior libro, El mundo sin nosotros, donde se preguntaba cómo se recuperaría la naturaleza si los humanos desapareciéramos de repente de la faz de la Tierra, dotó a Alan Weisman de un cierto aire de gurú medioambientalista. En su nueva obra, La cuenta atrás (Debate), el periodista e investigador norteamericano ha recorrido el planeta calculadora en mano y el ecologista se ha visto superado por el demógrafo. La conclusión a la que ha llegado tiene una lectura aterradora y otra cargada de esperanza: con el actual ritmo de crecimiento de la población, el mundo se encamina hacia el desastre, pero evitar ese destino fatal es posible si reducimos la natalidad. Lo explica en el perfecto castellano con acento mexicano que aprendió durante los años que vivió en Centroamérica.

-Pensábamos que nuestra principal amenaza se llamaba crisis económica, pobreza, desigualdad, cambio climático, contaminación... Pero ahora llega usted y dice que el mayor peligro para nuestras vidas es la superpoblación.

 

-Porque es la raíz de todo lo demás, es lo que provoca los problemas ecológicos y económicos, pero también los conflictos sociales y políticos. ¿Sabe por qué Israel sigue construyendo asentamientos en los territorios ocupados? Porque sus suelos esconden los principales acuíferos de Oriente Próximo. Esa zona tiene una capacidad de carga de dos millones de personas, pero hoy viven en ella 12 millones, y pronto serán 20. Y así en todo el planeta. Vivimos rodeados de bombas demográficas, pero seguimos mirando hacia otro lado.

-¿Qué bombas?

-Piense en India, que en breve superará a China como país más poblado del mundo. Los agricultores indios se están suicidando porque no encuentran agua para regar sus campos, pero nadie habla de esto. Piense en Pakistán, otra potencia nuclear, donde hoy viven 200 millones de personas en un espacio menor que el doble de España. A mediados del siglo serán 400 millones, pero nadie ha pensado en cómo alimentar a esa gente. ¿Imagina su futuro? A un joven sin trabajo ni comida es fácil convertirlo en terrorista. El panorama es preocupante, pero si no lo remediamos, lo peor está por llegar.

-¿Cuál es su pronóstico?

-¿Esta entrevista cuándo sale, el domingo? ¿Sabía que el jueves próximo ya habrá un millón más de personas en el planeta? Y cuatro días después, otro millón. Y luego otro, y luego otro. Hoy somos 7.200 millones de habitantes, una barbaridad, pero a este ritmo seremos 11.000 millones a finales del siglo. Esto es una locura, es sencillamente insostenible. Ese es el verdadero problema del planeta, no la crisis.

-Precisamente en España, país muy azotado por la crisis, hay mucha preocupación porque no nacen suficientes niños para pagar las pensiones del futuro.

 

-Esa es una falacia que se ha instalado erróneamente en nuestra cultura. Lo caro no es la pensión de los ancianos, que suelen consumir poco, sino la educación y el mantenimiento de los niños. Eche cuentas y lo comprobará. A los economistas, sobre todo a los de cierta ideología, les encanta aterrorizarnos con los peligros del encogimiento de la economía y la reducción de la población, pero en realidad defienden un modelo muy particular de sociedad superpoblada.

-¿Por qué?

-Es pura economía política: en las comunidades con muchos habitantes, la mano de obra es muy barata, porque abunda. En cambio, en los países con menos gente, los salarios son más altos. Decidan ustedes qué modelo prefieren. ¿Sabe por qué las familias españolas son hoy tan pequeñas?

-Acláremelo.

-El verdadero cambio de España durante el siglo XX fue la incorporación de la mujer al mercado laboral. Fue eso lo que convirtió a su país en una sociedad rica y avanzada, y redujo el tamaño de las familias. El mejor anticonceptivo que existe es la educación de las mujeres. He recorrido todo el planeta para escribir este libro y le puedo asegurar que allí donde se pusieron en marcha políticas de control de la natalidad, siempre hubo detrás economistas visionarios, no de los que solo ven lo que tienen delante.

-¿Lo dice por China y su política de hijo único?

 

-A nadie le gusta una norma que prohíbe tener más de un hijo, a mí tampoco, pero hay que admitir que esa decisión ha evitado que hoy ese país tenga que alimentar a 400 millones más de individuos, que son los que habrían nacido si no se hubiera frenado su bomba demográfica. Hay otras fórmulas diferentes a la imposición gubernamental para reducir el índice de natalidad en solo una generación. Mire el caso de Irán.

-¿Qué ocurrió en ese país?

-En los años 80, Jomeini pidió a las mujeres fértiles que tuvieran todos los hijos posibles para defender la revolución islámica y luchar contra Irak. En esos años, la tasa de natalidad creció como nunca se ha visto en el mundo. Terminada la guerra, vieron que no podían alimentar a tantos niños y Jamenei dictó una fatwa que autorizaba el uso de técnicas anticonceptivas, incluida la cirugía, que rápidamente se popularizaron en todo el país. En pocos años, sus índices de natalidad bajaron hasta casi el nivel de reemplazo de población, que es de dos hijos por pareja.

-¿Manejar la demografía es tan sencillo?

 

-Depende de la voluntad política. Tailandia se dirigía hacia un desastre demográfico, hasta que el Gobierno empezó a distribuir preservativos entre la población. Al principio hubo reticencias, pero hoy es el país que fabrica más condones del mundo, su natalidad está controlada y, curiosamente, es el Estado más rico del sudeste asiático. En México usaron las telenovelas para concienciar a las mujeres de que una familia con pocos hijos es mejor que una gran prole y gracias a eso han reducido su tasa hasta casi el nivel de reemplazo. Luego es posible.

-¿Cuánta gente cabe en el planeta?

-Hay distintos cálculos, pero todos apuntan que entre 2.000 y 3.000 millones.

-Somos 7.200 millones, va a ser difícil llegar a esa cifra evitando políticas como la del hijo único que implantó China.

 

-Si todas las parejas tuvieran uno o dos hijos como máximo, en un par de generaciones lo conseguiríamos. Debería ser una decisión voluntaria de los padres, no una imposición de los gobiernos. Sé que esto choca con muchas creencias de la gente, dejando aparte la religión. Venimos al mundo para hacer copias de nosotros mismos, reproducirnos está en nuestro instinto, pero si seguimos creciendo a este ritmo solo lograremos destruir la Tierra, o a nuestra especie. La última vez que hubo en el planeta tanto CO2 como ahora, los mares medían 30 metros más de altura. ¿Queremos ir hacia ahí?

-En su libro sostiene que la tecnología, la ecología y el ahorro energético solo servirían para retrasar el desastre, no para evitarlo.

 

-El problema es que somos adictos energéticos, y eso no se cambia de la noche a la mañana. Los paneles solares y las turbinas eólicas están bien, ayudan, pero hoy por hoy es imposible vivir solo con renovables. La clave es reducir el número de consumidores, no hay otra salida. Además, es sencillo, tenemos la tecnología, es barata, estamos hablando de condones. Poner anticonceptivos al alcance de todo el mundo costaría 8.000 millones de dólares, menos de lo que Estados Unidos gastaba en un mes en Irak. Los hitos históricos son de ese tipo, no los que la gente cree.

 

-¿A qué se refiere?

-Si le pregunto cuál fue el invento más importante del siglo XX, seguramente me dirá que internet, o los coches, o la bomba nuclear, o algo parecido. En realidad, el hallazgo más trascendental, y uno de los mayores de la historia de la humanidad, fue el descubrimiento de los fertilizantes químicos. Sin ellos, el 40% de la población actual no existiría, porque no habría habido forma de alimentarla.

-Imaginemos que esta llamada suya no es escuchada. ¿Qué ocurrirá?

 

-Ya le he dicho antes que a finales del siglo XXI seremos cerca de 11.000 millones de personas, pero ni siquiera creo que lleguemos ahí, antes habrá un gran colapso en el planeta. La historia de la biología nos cuenta que cuando una especie amenaza un ecosistema, ocurre una gran crisis para regularlo. Téngalo claro: si no reducimos la población humana, la naturaleza se encargará de hacerlo por nosotros, y sin contar con nuestra opinión.