Pino Creanza: «Tomé fotos y apuntes porque lo necesitaba»

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CATALINA
GAYÀ

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Pino Creanza llega a Barcelona para presentar su primer libro, Cairo Blues, un cómic que tiene su origen en la curiosidad del ser humano, en la necesidad de comprender la realidad. Lo han traducido al árabe, al francés, al castellano y al inglés. Siempre, editoriales pequeñas e independientes que apuestan por miradas frescas y diferentes.

-Es italiano, ingeniero de formación y en Cairo Blues explica el contexto de la revolución egipcia.

-Fui a Egipto para trabajar como ingeniero. Visitaba fábricas en la periferia, pero en el tiempo libre visitaba El Cairo. Durante ese viaje acumulé material sobre el urbanismo y sobre la vida de la gente de los barrios. No estuve en Egipto cuando empezó el movimiento en la plaza de Tahir. Lo viví como testigo indirecto.

-Sin embargo, en la segunda parte del libro dibuja el anhelo de los activistas.

-Pedí permiso a periodistas, a blogueros egipcios y fotorreporteros para utilizar su material. Me interesaba mostrar el contexto, una vida que es parecida a la nuestra, y también retratar a esas mujeres y hombres que, entre enero y febrero del 2011, tomaron las calles para cambiar las cosas.

-¿Y durante su viaje ya se intuía lo que pasaría luego?

-No. Los egipcios hablaban de la corrupción y, claro, ese es el sustrato de lo que ocurrió luego. La gente se quejaba de que se empezaban proyectos faraónicos y de que no se invertía dinero en mejorar las condiciones de vida de la ciudadanía. Se notaba el descontento. Le pongo un ejemplo: decían que estaban rehaciendo el pavimento y que eso lo hacían cada dos o tres años porque la fábrica de material pertenecía a la familia de Mubarak. Hasta los emprendedores se lamentaban de que el sistema económico estuviera controlado.

-Eso lo explica en el libro. ¿Cómo se le ocurre visitar la Ciudad de los Muertos, donde se hacinan los traperos?

-Sí. Cuando fui a Egipto, conocí a italianos que trabajaban ahí y que no conocían nada, no convivían con los egipcios y ninguno hablaba árabe. Si yo hubiese vivido seis meses en El Cairo, habría aprendido algo de árabe.

-Eso es lo que le mueve para salir del circuito de lo establecido.

-No sé. Me tocó y me fascinó la realidad.  No puedo explicarle un motivo concreto. Quizá porque de pequeño leí Las mil y una noches. [Ríe] Supongo que soy curioso y que  tengo un interés político por el mundo. Cuando era joven quería cambiarlo; ahora, como mínimo, quiero comprenderlo. La curiosidad te puede llevar a descubrir cosas que ni las personas locales conocen.

-El Nilómetro de Roda, que también aparece en Cairo Blues. ¿Imaginaba que su vivencia sería un libro?

-No. Yo tomé fotos y apuntes porque lo necesitaba. Todo era tan nuevo y tan intenso que necesitaba alargar la experiencia. Quería documentarme y entender un poco mejor la realidad de lo que estaba viendo. Egipto es un país tan lejano y, al mismo tiempo, tan cercano...

-Ya lo han traducido a cuatro idiomas.

-Empecé a publicar las historias de Cairo Blues en una revista que después cerró. Una asociación cultural me propuso que hiciera una exposición en un festival del Mediterráneo, en Ancona. Luego, una editorial en Italia me propuso que escribiera un libro. Por sorpresa, Ricardo Zanini, de Ediciones del Oriente y del Mediterráneo,  me contactó y lo publicamos en España. Lo mismo me pasó con una una pequeña editorial en Francia y con un editor libanés…

-¿Saldrá en árabe? 

-Ya lo han editado, pero falta distribuirlo. Estamos preparando un e-book en inglés. Al fin ha salido bien.