El auge de un estupefaciente (2)

Mentes más lentas

El consumo continuado de marihuana y hachís provoca pérdida de memoria, dificultades para concentrarse y hasta trastornos psicóticos

Un hombre fuma un porro.

Un hombre fuma un porro.

ÀNGELS GALLARDO / Barcelona

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La ambivalencia que rodea al consumo de cannabis, incrementada por quienes defienden que lo fuman como terapia porque les atenúa el dolor, no deja de sumarle adeptos. Es la droga ilegal más consumida en Catalunya, tanto entre  adolescentes como entre adultos de ambos sexos, de variadas profesiones y cualquier extracción social. Tan elevado consumo ha dado lugar a una extensa investigación sobre sus efectos fisiológicos y psíquicos, estudios en los que psiquiatras y médicos de familia constatan que la hierba causa alteraciones dignas de figurar en los manuales diagnósticos de los trastornos mentales -algo no siempre aceptado hace pocos años- y puede interferir de forma definitiva en el éxito educativo de los consumidores más jóvenes.

Se calcula que el 29% de la población catalana consume esporádicamente cannabis -la Conselleria de Salut rehúsa ofrecer los datos epidemiológicos sobre esta droga- y que el 10% de los ciudadanos la fuman de forma habitual. Un estudio realizado por la Agència de Salut Pública de Barcelona con 2.043 alumnos de 47 escuelas barcelonesas concluyó que el 37,5% de los escolares, de una media de 15 años, habían probado el cannabis, y que el 10% lo habían fumado en el último mes. El 92% de esos escolares consiguieron la hierba sin pagar por ella. Los efectos experimentados con más frecuencia por los estudiantes fueron pérdida de memoria, dificultades para concentrarse en la lectura, estudiar o trabajar, y  tristeza, indicaron los epidemiólogos Eva Morales y Carles Ariza, coautores de la investigación. La mayoría de los participantes declararon que la droga les facilitó las relaciones sociales y sexuales.

«El cannabis mueve mucho dinero y hay un gran interés en promover la idea de que es inocuo», afirmó el psiquiatra Carlos Roncero, del área de drogodependencias del Hospital de Vall d'Hebron, de Barcelona. «Esta hierba -prosiguió Roncero- contiene más de 60 sustancias distintas de efectos contradictorios entre sí. El cannabidiol tiene efectos ansiolíticos e incluso antipsicóticos, pero, paradójicamente, la misma droga puede causar crisis de ansiedad o pánico y un cuadro psicótico en el que el afectado mezcle realidad e imaginación».

Un estudio realizado por los psiquiatras Carlos Roncero y Miquel Casas, del Vall d'Hebron, indicó que el consumo de cannabis produce  euforia, risa inadecuada o injustificada, sensación de sedación, incremento de la autoconfianza, deterioro del juicio y la memoria inmediata y dificultad para desarrollar operaciones mentales complejas. «Las percepciones sensoriales cambian cuando se está bajo los efectos del cannabis -describieron Roncero y Casas-.Surge la sensación de estar flotando y, con frecuencia, aumenta el deseo sexual. La percepción del paso tiempo se ralentiza».

Despersonalización

Cuando la dosis consumida es «media o alta» (no se especifican concentraciones de cannabis ni potencia) aparecen otros signos, prosiguen Roncero y Casas: taquicardia, hipertensión arterial, temblores, náuseas y debilidad muscular. «A dosis muy altas -aseguran estos psiquiatras- se pueden producir síntomas de despersonalización, alucinaciones visuales, delirios, gran suspicacia e ideas paranoides transitorias».

Como todas las drogas -esto también se cuestionó- el cannabis provoca síndrome de abstinencia cuando no se consigue la sustancia a la que se ha habituado la sangre del consumidor. El síndrome se manifiesta como irritabilidad, tristeza, ansiedad, sudoración, dolor abdominal, pérdida de apetito e insomnio. Cuando el cannabis provoca un brote psicótico -grave desconexión con la realidad del individuo- la crisis puede durar «hasta seis semanas», indican Roncero y Casas. «El comienzo de este episodio suele ser brusco tras el consumo -advierten-, y debe tratarse como cualquier trastorno psicótico». En este estado, lo conveniente es trasladar al consumidor al servicio de urgencias de un hospital.

La web de la Conselleria de Salut añade a esta sintomatología el riesgo de sufrir alteraciones cardiovasculares y respiratorias. «El consumo de cannabis puede incrementar el riesgo de sufrir diversas formas de cáncer -agrega Salut-. Dado que afecta a la atención y la coordinación de movimientos, esta droga incrementa las posibilidades de tener un accidente de tráfico o laboral». Tanto puede estimular la creatividad como conducir a una depresión, indica Salut. La ambivalencia continúa.