Gente corriente

Jinho Shin: «Falta valentía para salir a venderse al exterior»

Promueve negocios y relaciones entre España y Corea del Sur. Reside en Barcelona, urbe con mar y montaña, como la suya

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CARME ESCALES

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Fue un amor inmediato. En lo alto del Bus Turístic, avanzando por la Diagonal, Jinho Shin (Pusan, 1962) se fijó en hombres y mujeres que practicaban running por la gran avenida y se dijo: «Algún día viviré aquí». En el 2010 se instaló en Barcelona con su esposa y sus dos hijos, dejando atrás su cargo de subdirector ministerial de Industria, Comercio y Energía en su país, Corea del Sur.

-¿Qué significaban para usted aquellos runners en plena Diagonal de Barcelona?

-Que la vida aquí era tranquila, en una ciudad limpia, saludable, natural y multicultural, donde todo se puede mezclar. Aquí ves a un mendigo durmiendo junto a un ejecutivo trajeado o un turista, en Corea del Sur los espacios están más delimitados, todo está clasificado y ordenado. Aquí, incluso los bancos para sentarse tienen diferentes orientaciones. Barcelona es una ciudad con mucha historia y tradiciones y, a la vez, muy vanguardista, es un equilibrio admirable.

-¿Eso atrae a los coreanos?

-Sí, pero también tópicos como el flamenco, el fútbol y la siesta son exóticos para ellos.

-¿La siesta? ¿Aunque no la hagan todos?-Evoca una vida con más calma que la competitividad de Corea. Yo preferí ser funcionario que entrar en una empresa. Tenía la referencia de mi hermano, que trabajaba en la Samsung y salía de casa a las seis de la mañana y volvía a las doce de la noche. En las empresas hay mucha presión. Claro que gracias a ello Corea ha pasado de ser el país más pobre del mundo, tras la guerra civil de 1953, a su desarrollo actual, sin comparación en la historia de la humanidad: 3% de paro, superávit comercial, cuentas públicas saneadas y el segundo sistema educativo del mundo.

-Eso también tiene su precio en los niños.

-Sí, pero ¿cómo se mide el estrés de las criaturas por tan alta exigencia? Es un círculo vicioso: de 9 a 10 horas lectivas, y luego actividades extraescolares y academias de refuerzo. Y eso para entrar en una buena universidad y encontrar a una pareja bien situada económicamente. Cuando los niños deben jugar, también en el colegio.

-De joven, usted tocaba el bajo y la tuba, lo que propició su mili en la banda militar. Publicó en su país cinco libros de poesía, uno de ellos best-seller. A Barcelona le ha dedicado un ensayo, en coreano, con prólogo del alcalde Trias. ¿Vende la ciudad en él?

-Sí, pero a través de mi experiencia. Cada día del año tomo una foto en algún lugar de la ciudad -las del libro son mías- y siempre estoy explorándola. Me gusta incidir en detalles como los espacios vacíos que hay sin construir, como los parques. En Corea no se deja un palmo sin edificar.

-¿Cómo intenta atraer a coreanos?-Cada tres semanas comento tres temas sobre España en la principal radio coreana, la KBS. La conexión con AVE de Barcelona a París, la iluminación navideña de las calles de Barcelona y el aumento de las exportaciones de España fueron los últimos.

-¿Qué puede exportar España a Corea?

-Diseño. Porque Corea tiene un diez en manufactura, pero no en diseño.

-¿Qué hace su empresa, PromoCorea? 

-La meta es atraer a coreanos para que vengan o compren productos españoles y llevar a españoles para que vendan allí, pero esto último es más difícil. Aquí falta valentía para salir a vender al exterior, en parte por un gran desconocimiento.

-¿Cuáles son las ideas erróneas más generalizadas sobre su país?

-Que se parece mucho a China y Japón. Aunque la base cultural, el confucianismo, es común, son muy diferentes, como su alfabeto, gramática y pronunciación. Tampoco hay un grave conflicto entre ambas coreas. Un posible ataque nuclear preocupa más al mundo que a Corea del Sur.