Jeff Bezos, el empresario que piensa a largo plazo

Creó Amazon a los 30 años y pidió que no esperaran beneficios hasta al cabo de cinco años

Jeff Bezos, con uno de sus Kindle.

Jeff Bezos, con uno de sus Kindle. / periodico

CARMEN JANÉ / Barcelona

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Aunque se le quiera presentar así, el nuevo dueño de The Washington PostJeff Bezos, no es el típico producto del Silicon Valley ni el ejemplo clásico de niño prodigio en internet que es rico antes de los 30.

Para empezar, Bezos, hijo de madre adolescente que se casó más tarde con un cubano que le dio el apellido, nació en Alburquerque (New México) en 1964, creció en Miami, se licenció en informática en Princenton (costa este) y llegó a ser vicepresidente de Bankers Trust, una entidad de servicios a otros bancos. Creó su compañía, Amazon, a los 30 años, y ya avisó que no esperaran beneficios antes de cinco años.

Lo que sí ha sido es visionario. Bezos dejó su trabajo en Wall Street para impulsar una de las primeras empresas de comercio electrónico, Amazon, en 1994, apenas ocho años después de que Tim Berners-Lee inventara la World Wide Web, que permitió basar internet en páginas con enlaces y no en líneas de comando.

Amazon comenzó siendo una tienda de libros físicos, y luego añadió discos y películas. Y de ahí se convirtió en los grandes almacenes de la red. Su éxito se ha basado en cuatro puntos: catálogo (hay de todo), servicio (puede servir en apenas un día), valor añadido (explicar muy bien el producto) y alianzas (han pactado con la mayoría de grandes empresas).

Pero sobre todo en el sistema de recomendaciones, un mecanismo informático y de márketing que mediante complicados algoritmos genera patrones de conductas que luego son propuestos a otros clientes, y que permite saber muchas cosas sobre ellos, incluida la página en que han dejado su libro o cuánto han tardado en leerlo. Es decir, la cookie y la retención de información, en su máxima expresión.

Solo así, Amazon recuerda la sesión, lo que ha comprado el cliente, le reenvía sus compras y sus pedidos si falla y le mantiene al tanto de novedades relevantes. Bezos ha sido el maestro en combinar el mundo físico (productos en almacenes, muchas veces ajenos) con mundo virtual (la comodidad de acceder a todo desde un único punto).

Porque Amazon vende sus productos y los de otros. De hecho, cualquiera puede abrirse su propio escaparate y vender sus productos, como si fuera un eBay, su otro gran competidor. Y ha aprovechado el gran despliegue técnico y de infraestructura que supone todo eso para revenderlo a otros clientes. Porque Amazon es también la compañía que da servicio técnico y de almacenamiento a empresas como Facebook, Spotify, Netflix, SAP o Conduit, o incluso al departamento de Estado de EEUU.

Estas dos ramas le han permitido revolucionar el mundo de la edición y los medios de comunicación con un invento que ya rondaba por ahí: el primer libro electrónico y su lector, el Kindle, que también aloja suscripciones a diarios y revistas, y desde hace un par de años, y gracias a la pantalla en color, a películas, series de televisión y juegos.

Bezos ha sido siempre un tipo de ir despacio y pensar a largo plazo, y no le ha ido mal. El plan de negocio que trazó a sus empleados en el 2007 se centraba precisamente en esa idea “A largo plazo”, y rechazaba complacer a Wall Street con acciones que supusieran una rentabilidad rápida y cortoplacista. El ejecutivo siempre ha optado por mejorar servicios y tener al cliente contento como mejor arma.

También ha sido un tipo discreto. Habla poco, casi siempre en sus presentaciones, y en las reuniones del selecto Bilderberg Club, y vive más o menos discretamente en Seattle con su mujer y sus cuatro hijos. Todo lo que le permite su condición de uno de los hombres más ricos de Estados Unidos, que gasta parte de su fortuna personal en intentar llegar al espacio y en comprar el diario que fue capaz de derribar a un presidente.