Emergencia social

«No tenemos adónde ir»

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En casa  Carlos Ezequiel, junto a su mujer, Julia Patricia, y su hija Sally, en el salón de su piso, en el paseo del Vall d'Hebron, ayer.

En casa Carlos Ezequiel, junto a su mujer, Julia Patricia, y su hija Sally, en el salón de su piso, en el paseo del Vall d'Hebron, ayer.

INMA SANTOS HERRERA
BARCELONA

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«Si nos echan no tenemos adónde ir».Podría ser el grito desesperado de las miles de familias que se enfrentan a undesahucio y que ayer estaban pendientes de la reunión entre elGobierno y elPSOE. Pero estas son las palabras de Carlos Ezequiel, de 52 años, casado y con cuatro hijos de entre 25 y 16 años.

El pasado octubre recibió una carta del banco que le informaba de que se iniciaba la reclamación judicial porimpago de su hipoteca. Carlos y su mujer, Julia Patricia Vázquez, dejaron de pagar la cuota el pasado marzo, así que decir que la noticia fue inesperada sería pecar de inocencia. Ahora bien, no era este tipo de aviso el que ellos esperaban. Desde marzo, aguardaban la llegada de una carta de la entidad con la evaluación de su caso, que les confirmara si se les concedía un alquiler social, la última baza que les podía permitir quedarse en el piso pagando una cuota de 400 o 500 euros.«No queremos vivir gratis. Queremos seguir pagando, pero una cuota asequible»,reclama Carlos, como una y otra vez le ha pedido a su banco. Esta era su única esperanza, porque ya había gastado todos los cartuchos.

Con esta carta, que suena amenazadora, se esfuman todos los sueños de su familia. Unos sueños que empezaron en el 2004, cuando Julia Patricia llegó a Barcelona desde Perú, sola, en busca de un futuro mejor. Empezó a trabajar en una empresa de limpieza, con la idea de traerse a su familia. Para facilitar la reagrupación, en el 2005 compró un piso en el paseo del Vall

d'Hebron (el que están a punto de perder) por 222.000 euros y se entrampó en una hipoteca de 1.200 euros, que empezó pagando con su hermano pero de la que acabó haciéndose cargo ella sola hasta que en el 2006 llegaron a Barcelona Carlos y sus cuatro hijos .

Camino de la ejecución

La llegada de Carlos fue un respiro.«Empecé a trabajar como chófer y reponedor de máquinas expendedoras», explica. Con su sueldo (1.200 euros) y el de Julia (1.000 euros) podían afrontar mejor los gastos, hasta que la cuota de la hipoteca se vio inflada por los intereses hasta los 1.800 euros.«Negociamos con la entidad bancaria y aceptaron que solo pagáramos los intereses del crédito, unos 800 euros», resume Carlos. Sin embargo, todo empeoró cuando, en el 2010, él se quedó en el paro. Con su prestación, el sueldo de Julia y cuatro hijos a su cargo, sin trabajo y estudiando, era imposible salir adelante.

Carlos volvió a negociar y le propusieron un alquiler social, pero previo pago de 5.000 euros.«Era imposible. ¿De dónde los íbamos a sacar?»,se lamenta. Dejaron de pagar. En su casa solo entraba una ayuda de 426 euros y el sueldo de Julia. El banco se ofreció a evaluar su caso en febrero del 2012.«Nos dijeron que tardarían unos meses, y que ya avisarían»,se excusa Carlos. La respuesta fue esa carta que informaba del inicio de la reclamación judicial y de la deuda a liquidar, 314.000 euros por intereses de demora.«Aquí no tenemos ni familia, solo este piso», concluye.