MANIFESTACIÓN MULTITUDINARIA

«Hay que parar esta locura»

Miles de personas dan rienda suelta en Barakaldo a la indignación y el dolor por la muerte de Amaia Egaña

A. U.
BARAKALDO

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«No es un suicidio, es un homicidio»; «ningún desahucio sin respuesta»; «hay que parar el terrorismo financiero»; «ellos, la pasta; nosotros, los muertos»; «Amaia, te recordamos».La rabia que se había desatado en Barakaldo y en toda Euskadi tras conocerse el suicidio de Amaia Egaña estalló en todos esos gritos y se canalizó en una multitudinaria manifestación que recorrió ayer por la noche el municipio vizcaíno.

Más de 8.000 personas mostraron su solidaridad a la familia de la fallecida y exigieron soluciones inmediatas a las instituciones públicas. Algunos de los participantes en la marcha, celebrada bajo el lemaNo al paro, no a los desahucios. Por la protección social, expresaron también su malestar a través de pintadas con mensajes como«asesinos»o«culpables»en algunas de las sucursales bancarias que encontraban a su paso. Asistieron concejales de Bildu, el portavoz de Alternatiba, Oskar Matute, y la representante de Stop Desahucios Bizkaia, Marta Uriarte.

Sorpresa generalizada

Los vecinos expresaron su sorpresa por el suicidio de Amaia Egaña, ya que ni siquiera quienes vivían en su mismo inmueble sabían de sus problemas económicos. Hubo quien recordó que la familia debía una pequeña cantidad de dinero a la comunidad, pero nada hacía pensar en el infierno que debió pasar en los últimos meses ante la perspectiva de un desahucio.

Ayer bastaba preguntar en Barakaldo a cualquier persona por el suceso para que se hiciera palpable el hastío de la ciudadanía. Existía consenso en cuanto a las responsabilidades:«No hay derecho a que los bancos estén recibiendo millonadas de dinero público y sigan realizando desahucios inhumanos»,clamaba un hombre de mediana edad.

Los políticos no salían mucho mejor parados; un jubilado aseguraba que«la culpa no es de la gente, sino del Gobierno, porque no ha hecho nada para solucionar la situación de quienes pese a estar toda la vida trabajando no pueden ahora pagar su hipoteca. Es una vergüenza».

Las primeras informaciones que circularon por el barrio aludían a una muerte por accidente, y se especulaba con una caída mientras la mujer limpiaba los cristales de la ventana. Sin embargo, poco después se confirmó el suicidio, lo que despertó una ola de rabia. «Esto es tremendo. No te esperas que ocurra tan cerca de ti», comentaba una mujer a escasos metros de la vivienda de Amaia Egaña.

En los bares cercanos no hacía falta preguntar para encontrarse de bruces con la indignación. «La cosa está muy fea. No sé adónde va a llegar esto»,afirmaba un hombre en la barra. Junto a él, otro cliente añadía:«Tendremos que hacer algo para parar esta locura. Si no, cada vez va a haber más gente que se tire por la ventana».