LA CIENCIA CONFIRMA MEDIO SIGLO DESPUÉS EL TRABAJO DEL FÍSICO BRITÁNICO

El visionario de la materia

Peter Higgs, de 83 años, catedrático emérito de la Universidad de Edimburgo, postuló en 1964 la existencia de la partícula que hoy lleva su nombre. Su hipótesis fue rechazada por una prestigiosa revista, que la consideró «irrelevante»

Peter Higgs atiende a la prensa, ayer, en las instalaciones del CERN cerca de Ginebra.

Peter Higgs atiende a la prensa, ayer, en las instalaciones del CERN cerca de Ginebra.

ANTONIO MADRIDEJOS
BARCELONA

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Hace cuatro años, cuando se puso en marcha el LHC, el gran colisionador del CERN en Ginebra, el físico británico Peter Higgs era un desconocido para el gran público. Hoy, su apellido es archifamoso porque da nombre a una partícula realmente espectacular, en el sentido más literal de la palabra.

Higgs, nacido en 1929 en Newcastle (Reino Unido), fue quien propuso por primera vez la existencia de una partícula nueva para poder explicar el origen de la masa en el Universo. Fue en 1964, hace casi medio siglo. Lo debosón de Higgsvino mucho después y, por supuesto, también lo departícula de Dios, un desafortunado término del que abomina el propio Higgs, que se declara ateo confeso. Al parecer, el nombre se le ocurrió al editor de un libro sobre física que escribió el premio Nobel Leon Lederman. El libro iba a llamarseLa partícula maldita(The Goddamn particle), pero acabó siendode dios(The God particle).

Higgs, que se jubiló en 1996, es una persona discreta que rehúye el protagonismo, como describe Ian Sample, su biógrafo y periodista deThe Guardian. Se excusa incluso por el hecho de que la partícula lleve su nombre cuando, asegura, se postuló su existencia gracias al trabajo de diversos investigadores, como Robert Brout, Philip Anderson. François Englert o Carl Hagen. Razón tiene Higgs, por supuesto, pero él fue quien llegó más lejos.

«Al principio la gente no tenía idea de qué es lo que podíamos esperar. Estoy sorprendido de que haya ocurrido tan rápido, es asombroso»,comentó el físico en una entrevista difundida por el CERN. Ayer, Higgs fue aplaudido como una estrella de cine por los científicos que se congregaban en la sala de conferencias del laboratorio europeo.«Tendré que pedir a mi familia que ponga champán en la nevera»,bromeó con lágrimas de emoción en los ojos.

Higgs fue un niño con una educación poco habitual. Debido a un problema de asma, faltó mucho a la escuela y debió compensarlo con trabajo en casa. Su padre era un ingeniero de sonido que trabajaba en la BBC. Era muy buen estudiante, pero curiosamente la física no era su asignatura preferida, sino las matemáticas. Sus ansias de conocimiento lo convirtieron en admirador del físico Paul Dirac. Y ahí empezó todo.

A los 17 años, Higgs entró en la City of London School y después en el King's College, en donde se graduó y doctoró en Físicas con un expediente extraordinario. Tras pasar por diversas universidades como profesor, finalmente logró una cátedra de Física Teórica en Edimburgo, donde se instaló en 1960. Sus biógrafos cuentan que fue durante un recorrido por las montañas Cairngorms cuando concibió el mecanismo que postula la existencia del bosón. Las partículas no tenían masa cuando empezó el Universo, sino que la adquirieron una fracción de segundo después al interactuar con un campo hipotético, ahora conocido justamente como el campo de Higgs. El científico postuló que este campo penetra en el espacio y da la masa a todas las partículas que interactúan con él.«¡He tenido una gran idea!»,exclamó a sus colaboradores.

Paseando por la montaña

Para dar a conocer sus postulados, Higgs escribió en 1964 un artículo corto que fue publicado en la revistaPhysics Letters, revista editada justamente por el CERN. Con posterioridad escribió un segundo artículo más profundo en el que describía el modelo teórico (el mecanismo de Higgs), pero fue rechazado en primera instancia con el argumento de que«no tenía relevancia obvia para la física»). Higgs se molestó mucho y lo atribuyó a que los editores no lo habían entendido. Así que escribió un párrafo extra y mandó su artículo a una revista competidora,Physical Review Letters, que fue la que finalmente lo publicó.

Tuvo mérito, puesto que esos postulados tan teóricos no estaban muy de moda en aquella época. Casi medio siglo después, a la edad de 83 años, la fama le ha abrazado.