Análisis

Una gran herramienta para sentirse orgulloso

Vista aérea del sincrotón Alba.

Vista aérea del sincrotón Alba.

PERE PUIGDOMÈNECH

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Se inician las actividades regulares en el sincrotrón Alba. El sincrotrón es una de las mayores inversiones hechas en España para la investigación y que se empiecen a tener resultados de experimentos propuestos por investigadores de casa demuestra que hay gente preparada para sacar provecho de él. Es una gran noticia en estos momentos de desconcierto. Un sistema de ciencia y tecnología en un país avanzado necesita una buena articulación de un conjunto complejo de elementos. Necesita centros de investigación que acojan grupos de investigación y optimicen los gastos, necesitan que estos grupos estén bien integrados con los lugares donde se forma personal en los niveles superior de educación como las universidades, o que aplican el nuevo conocimiento adquirido en los hospitales y las empresas. Y se necesitan grandes instalaciones como son los sincrotrones. Las grandes instalaciones suelen ser lugares donde se hacen experimentos únicos, muy costosos. Ejemplos emblemáticos son los aceleradores del CERN de Ginebra donde se pueden alcanzar las más altas energías para estudiar la estructura más íntima de la materia, el proyecto ITER donde se trata de saber si es posible controlar la energía de fusión o los telescopios de las montañas de Chile o de las Canarias. Todos ellos son iniciativas multinacionales por su coste y para permitir el acceso a científicos de muchos países.

El sincrotrón Alba es una gran instalación de las que hay unas pocas decenas en el mundo. Se encuentran en los países más desarrollados, y tienen potencias y usos diferentes. Que empiece a funcionar en el Vallès indica que hemos sido capaces de movilizar las energías y las tecnologías necesarias para ponerlo en marcha. Que haya el doble de propuestas de uso de la capacidad que tiene es una excelente señal. El sincrotrón sirve para muchos tipos de medidas y es necesario que la luz que emite se utilice en líneas específicas. En el Alba se pueden construir una treintena, siete han sido aprobadas y dos funcionan. Por tanto, si queremos hacer rentable la inversión hay que ir ampliando las líneas y abriéndolas a más usuarios. Esto es lo que está pasando en los instrumentos similares que se han construido en Francia y Gran Bretaña.

Es posible que toda la historia del sincrotrón Alba sea un símbolo de la ciencia en nuestra casa. La idea se propuso al inicio de los años 90 en un momento en que la ciencia nuestra era muy débil. Se lanzó la construcción en un momento de optimismo al inicio del nuevo siglo. Sus dirigentes pusieron una gran inteligencia y enorme esfuerzo y han demostrado que se podía construir y hacer funcionar una instalación de la que nos podemos sentir orgullosos. Se demuestra que tenemos grupos de investigación que le pueden sacar jugo. Habrá buenos grupos de diferentes disciplinas que se van a aprovechar. La extensión en que se utilice será un excelente termómetro que permitirá medir la salud de nuestra actividad científica. La mejor noticia que podríamos tener es que todas las líneas funcionen y que hay lista de espera en todas ellas. El día que esto ocurra podremos decir que estamos poniendo nuestro país en el entorno tecnológico de los países avanzados.