Las protestas 2.0

La reválida de la indignación

Indignados del Eixample, en un taller de pancartas, ayer.

Indignados del Eixample, en un taller de pancartas, ayer.

JOSEP SAURÍ / TONI SUST
BARCELONA

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Casi mil manifestaciones en 82 países. Ese es el reto que afronta hoy el 15-M, una piedra de toque para la consolidación y la internacionalización del movimiento. Cinco meses después de su sonada irrupción en la vida pública española, la gran mayoría de las voces del pensamiento y del mundo académico consultadas por EL PERIÓDICO siguen creyendo en los indignados y en su capacidad de transformar la sociedad y la participación ciudadana en la política. Para muchos de estos intelectuales, se trata de un proceso sin vuelta atrás, ocurra lo que ocurra hoy.

«El 15-M ha sacado a la política del formol y ha dado a muchos ciudadanos una nueva esperanza. Ha puesto el dedo en la llaga, poniendo nombre y apellidos a los males de la política y de España», valora el periodista y ensayista Ignacio Ramonet, uno de los principales teóricos del movimiento antiglobalización.

Del 15-M al 15-O. Las acampadas quedaron atrás y hoy el movimiento indignado busca su reválida mundial. Aunque, a juicio del presidente de Justícia i Pau, Arcadi Oliveres, en ningún caso se juega su futuro: «Este es un movimiento a largo plazo, al que no son exigibles resultados inmediatos. No es un fogonazo, no se apagará. Las condiciones objetivas para su desarrollo existen», afirma. «La crisis es cada vez más general, más global, y los motivos para indignarse son los mismos en todas partes», apunta la catedrática de Filosofía Moral y Política de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) Victòria Camps.

Y del 15-O al 20-N. «No hay que pedir el voto para ningún partido, pero sí hacer propuestas. Cada cual puede tener la opción política que quiera, pero la gran fuerza de un movimiento como este es conseguir cambios independientemente del signo del Gobierno», sostiene el exdirector general de la Unesco Federico Mayor Zaragoza, cuyo vídeo alentando a la participación en las manifestaciones de hoy corre como la pólvora por la red.

LA HORA DE LOS JÓVENES / Cara al futuro, más allá de las elecciones, la mayoría de las voces consultadas coinciden en que el 15-M deberá dejar de ser un magma y estructurarse de algún modo. «Habrá que inventar una nueva forma de organización política, y deberán hacerlo los jóvenes», afirma la socióloga Marina Subirats. «Los mayores tenemos tendencia a repetir los esquemas conocidos, a aplicar viejas recetas, y ahora lo que se necesita es innovar», concluye.

La voz más crítica entre las consultadas es la del sociólogo Salvador Cardús, quien duda de que el movimiento resurja con la potencia de antes del verano: «La explosión inicial del 15-M se produjo en una sociedad en estado de choque, que tomaba conciencia de la magnitud de la crisis y se lanzó a protestar. Pero ahora la gente ya tiene claro que la situación es grave y no solo nos afecta a nosotros, y ha ido pasando del cabreo a la resignación e incluso a la comprensión».

ENCIERRO EN LA UB / La previa del 15-O

en Barcelona constó de ocupaciones festivas en centros hospitalarios y educativos. Los indignados acudieron a cinco hospitales, Vall d'Hebron, Sant Pau, Viladecans, Dos de Maig y Bellvitge, en los que hicieron pancartas y organizaron talleres. Una de las acciones más representativas fue el encierro en la Facultat de Geografia i Història de la Universitat de Barcelona, en el Raval, donde más de 200 personas se disponían ayer a pernoctar. Allí prevén elaborar pancartas esta mañana, entre otras actividades, y a las cuatro de la tarde saldrán del centro para acudir en bloque a la marcha.

Los indignados han previsto visualizar su protesta en colores. Al llegar al Arc de Triomf, la marcha se dividirá en tres bloques de manifestantes, con camisetas o banderolas rojas para la educación, blancas para la salud y verdes para la vivienda, que se dirigirán a distintos puntos.