PROTESTA EN UN INSTITUTO

Calentando motores

La ocupación del IES Francesc Macià, en Cornellà, primera de las acciones previas a la marcha del 15-O

TONI SUST
CORNELLÀ DE LLOBREGAT

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Leandre Mondrià estaba visiblemente contrariado ayer por la tarde. Él es director del IES Francesc Macià de Cornellà, el centro educativo que sirve de ejemplo y punto de arranque de los actos que deben culminar con la manifestación de mañana, del 15-0. Una treintena de alumnos, una decena de profesores y el propio Mondrià (este, a su pesar) durmieron anoche en la sala de actos del instituto como protesta por los recortes en la enseñanza. Programaron clases extra de historia, química, inglés; jugaron un partido de fútbol, se proyectaron películas.

Es el primer episodio de una larga lista. Los indignados se proponen para hoy una jornada de protestas pacíficas en varios lugares antes de la gran cita de mañana. Los datos no son precisos y las versiones mutan, pero, al parecer, para hoy se prevén ocupaciones de cuatro hospitales, de diferentes espacios universitarios y de otras sedes relacionadas con los problemas de acceso y desahucio de la vivienda.

Asamblea improvisada

En Cornellà, en el primero de los episodios previos al 15-0, Mondrià insistía a alumnos y profesores para que entraran en el instituto: estaba obligado a cerrar las puertas a las siete de la tarde, para no abrirlas hasta las ocho de la mañana. «Yo duermo aquí por obligación». Como director es responsable de lo que suceda, y no le tranquilizaba especialmente que todos los estudiantes que se quedaron a dormir fueran menores de edad, entre los 14 y los 17 años. Alumnos de tercero y cuarto de ESO y de primero y segundo de bachillerato.

Dicen que la Generalitat presionó para evitar el encierro. El director admite «un poco de presión», relata que él descartó impedir la protesta apelando a la fuerza y cree que «seguramente» hubiera participado de ser estudiante.

Poco después de las siete cierra la puerta. Los alumnos, ya dentro, no le entregarán las autorizaciones paternas que tienen para ejercer su acción. Poco antes, en una asamblea breve, han tomado la decisión para evitar que el director llame a los progenitores. Los indignados no tienen líderes, pero siempre hay quien lleva la voz cantante o quien asume la organización. Aquí uno de ellos es Adrià Junyent, de 17 años, que va de un lado a otro hasta que el IES Francesc Macià cierra: «Hay 760 alumnos cuando tendría que haber 600. Hay clases de 48 alumnos», explica. Al final, tras despedirse de algunos que se quedan fuera, como los profesores interinos, que temen represalias, los jóvenes entran, las puertas se cierran y, de algún modo, comienza el 15-O. Fuera, pancartas de todo tamaño. Entre ellas, una parece hecha para la ocasión: Cerrado por revolución. Disfruten las molestias.