463 días en prisión

«Pienso en el suicidio»

Nápoles 8 Un patio de la prisión de Poggioreale, donde permanece ingresado Óscar Sánchez.

Nápoles 8 Un patio de la prisión de Poggioreale, donde permanece ingresado Óscar Sánchez.

A. BAQUERO / BARCELONA
M. CATANZARO / ROMA

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En algunas de sus cartas anteriores dirigidas a amigos y familiares, lo había dejado entrever, deslizando entre sus lamentos frases como«no puedo más». Esta vez, en cambio, Óscar lo ha confesado abiertamente. «Después de lo que estoy pasando me vienen malos pensamientos como el suicidio. Pienso en eso a diario. Es fuerte, pero yo no puedo más», escribió el lavacoches en su última carta a Jordi Funtané, su amigo de Montgat que lidera la plataforma de apoyo. En la misiva, Óscar expresa su desesperación al ver cómo se da contra el muro judicial italiano:«Siempre es lo mismo. No quieren reconocer que no soy culpable».

Esas palabras sobre el suicidio han hecho saltar la alarma entre sus allegados, que empiezan a temer que Óscar se derrumbe y haga una locura antes de que llegue el proceso de apelación, en el que previsiblemente será exonerado.«Quince meses en prisión sabiendo que eres inocente son muchos meses. Tememos que haya llegado a su límite y que no pueda más», comenta Funtané, que insiste:«El 'adios amigos y familia' con que se despide en esta carta me sonó muy raro. Me preocupa. Él siempre se despide diciendo 'saludos'».

Mejora en la celda

Óscar relata el cambio de celda después de que el cónsul de España en Roma protestara ante las autoridades italianas por el maltrato que el vecino de Montgat sufría por parte de sus nueve compañeros de celda, que le despertaban de madrugada quemándole cigarrillos o que le impedían durante horas ir al baño. Ahora, comparte celda solo con otro recluso.«Ahora estoy en una celda con otro chico. Somos dos. Tampoco es que sea un gran chico. Son prepotentes. Se cree el jefe».

Lo único positivo que aparece en esa carta es la mención que hace Óscar a un preso italiano que también está en la causa por la que a él lo condenaron.«Aquí hay un chico que está en la causa y sabe que no soy culpable. Conoce al verdadero Marcelo. Él quiere testificar a mi favor. Se ha convertido en mi guardaespaldas. Me pregunta cómo estoy por las mañanas en el patio y por las tardes está conmigo», explica el lavacoches, que detalla esa labor de ayuda:«Los reunió a todos en el patio y les dijo a todos que yo no tengo nada que ver en el caso y que me traten bien», explica. Al parecer, la charla funcionó.«Después de hablar llevo varios días más tranquilo», escribe y antes de despedirse, insiste:«Como te dije, tengo malos pensamientos».