LAS AULAS cATALANAS REANUDAN LA ACTIVIDAD

Nuevo curso, nuevo plan antifracaso

JORDI CASABELLA
BARCELONA

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Más allá de la contención económica y del ruido provocado por el cuestionamiento judicial del modelo lingüístico, el curso se inauguró ayer en Catalunya con la puesta en marcha de una nueva ofensiva contra el fracaso escolar, una lacra cuyas dimensiones apenas han logrado reducir las sucesivas estrategias educativas puestas en marcha durante los últimos años. El esfuerzo de la Conselleria d'Ensenyament se centra en el segundo ciclo de la enseñanza infantil (3-6 años) y en primaria (6-12), etapa que uno de cada cuatro alumnos finaliza (y por tanto accede a la ESO) sin haber adquirido las competencias básicas. Y la fórmula, destinada a los centros públicos y basada en el apoyo escolar personalizado, se presenta como alternativa a la desaparición de la sexta hora, cuya supresión amenaza los resultados educativos.

La directora general de Educación Infantil y Primaria, Alba Espot, explicó ayer a este diario que en los próximos días el profesorado de cada centro tendrá que decidir cuáles son los alumnos que se beneficiarán de ese servicio, que los maestros llevarán a cabo en horario lectivo y también poslectivo, o sea en la franja de descanso del mediodía, o al finalizar las clases.

La medida va especialmente dirigida a los matriculados en P-4 y P-5 (párvulos de 4 y 5 años, respectivamente) y a alumnos del primer (6-7 años) y el tercer ciclo de primaria (10-11 años). Se tratará, según Espot, de una «atención muy individualizada, que durará el tiempo que sea necesario para que un niño aprenda a pronunciar bien la erre, por ejemplo, o entienda el mecanismo de la multiplicación». El alumnado con «altas capacidades» también será objeto de este tipo de tutela.

Ensenyament admite, en un documento de orientaciones que ha remitido a los centros para poner en marcha el apoyo personalizado, que «los indicadores nacionales e internacionales sitúan a Catalunya en la franja media baja por lo que respecta a los resultado alcanzados al finalizar la primaria». La tasa de fracaso escolar, si se contabiliza a los alumnos extranjeros recién llegados y a los que presentan necesidades educativas especiales que no computan a la hora de hacer balance de la población escolar que logra dominar los conocimientos elementales a los 12 años, ronda el 30%, lo que «rompe el compromiso de ofrecer igualdad de oportunidades y equidad social a todos los niños», reza el texto.

PRIORIDADES/ El documento reconoce que hay que «hacer un esfuerzo considerable para mejorar los rendimientos» y establece como prioridad para los próximos cursos «organizar los recursos humanos para dedicarlos parcialmente a tareas de apoyo personalizado». La comprensión y la expresión oral y escrita, las habilidades matemáticas y las lenguas extranjeras están en el foco de la ofensiva. La competencia lectora constituye «un objetivo fundamental» de esa estrategia.

El filósofo Gregorio Luri, especializado en el estudio del sistema educativo, sostiene que si los resultados de las competencias básicas del alumnado son «tan desastrosos» es porque los niños son «incapaces de mantener la atención» de forma prolongada en lo que hacen. Y recuerda que esa capacidad se ha venido educando recurriendo a la lectura, a la que ahora podría sumarse el concurso de otras técnicas a partir de las nuevas tecnologías.

FALTA DE CONCENTRACIÓN/ Luri alerta de que tanto los estudios PISA, centrados en los estudiantes, como el informe internacional TALIS sobre el profesorado, que también elabora la OCDE, coinciden en que España «es el país donde se registran más interrupciones en clase por parte de los alumnos». «Tenemos un problema, porque cualquier actividad requiere concentración para tener éxito», concluye.

En las orientaciones que se han trasladado a los centros educativos, Ensenyament admite que «el fracaso escolar es un fenómeno persistente a lo largo de todas las etapas del sistema educativo». Una quinta parte del alumnado no obtiene el graduado en ESO, el título básico que acredita la conclusión de la enseñanza obligatoria. Y casi un 28% de los jóvenes catalanes de entre 18 y 24 años no siguen estudios posobligatorios (bachillerato o ciclos formativos de grado medio), un porcentaje que dobla el de Francia o el de Alemania.

Para el director de Planificación y Desarrollo de la División Educativa de la Unesco, Francesc Pedró, «el volumen de jovenes de 15 años con resultados pobres en lectura» es uno de los elementos «más preocupantes» de la situación existente.