EL DISCURSO FINAL DEL pontífice

El Papa exige a la juventud católica que llegue virgen al matrimonio

Benedicto XVI sube al avión que le llevó de vuelta a Roma, ayer en el aeropuerto de Barajas.

Benedicto XVI sube al avión que le llevó de vuelta a Roma, ayer en el aeropuerto de Barajas.

JORDI CASABELLA

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Madrid no es Manila, uno de los contados lugares del mundo donde el divorcio es ilegal y que durante la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) de 1995 reunió a cinco millones de jóvenes. Madrid está en Europa, un continente donde la Iglesia católica ha perdido peso hasta poner su salud en peligro. Pese a la exhibición de fuerza de los últimos días, en los que pueden haberse llegado a reunir en la capital de España hasta 1,5 millones de católicos deseosos de aclamar al Papa, el grueso de la juventud occidental sigue dando la espalda a la Iglesia. Quienes se identifican con el catolicismo siguen los preceptos doctrinales a su manera: a la carta. La mayoría es partidaria, por ejemplo, de las relaciones prematrimoniales, según las encuestas. El pontífice alemán reclamó ayer que eso deje de suceder.

Benedicto XVI exigió ayer en la homilía de la misa central de la JMJ, celebrada en el aeródromo de Cuatro Vientos, una rectificación. «No se puede seguir a Jesús en solitario. Quien cede a la tentación de ir por su cuenta o de vivir la fe según la mentalidad individualista, corre el riego de no encontrar nunca a Jesucristo, o de acabar siguiendo una imagen falsa de él», dijo. Antes ya había advertido que «no se puede separar a Cristo de la Iglesia», con su estructura jerárquica y el sucesor de Pedro al frente, como no se puede desgajar «la cabeza del cuerpo». «Cristo está presente en medio de ella», remató.

AUDIENCIA ESTOICA/ El credo católico precisa de la fidelidad de quienes dicen participar de él. «Os pido que améis a la Iglesia», llegó a decir Joseph Ratzinger al más de millón de jóvenes que, según los organizadores, siguieron la ceremonia en el aeródromo. La mayoría llegaron el sábado al recinto y soportaron la penitencia de un calor africano, primero, y una tormenta de viento y lluvia después, que deslució la vigilia de oración nocturna a la que también asistió el Papa e incrementó las incomodidades derivadas de pasar una noche al raso. Benedicto XVI no descuidó bajar al terreno de lo concreto y citó la necesidad de involucrarse en el trabajo que llevan a cabo «parroquias, comunidades y movimientos», participar «en la eucaristía cada domingo», confesarse con frecuencia y recurrir a la oración, actividades que han caído en desuso entre la juventud que ha recibido el bautismo.

EUROPA/ El mensaje central de Rat- zinger se asemeja al que envió en el 2005, tal día como ayer del mes de agosto, a los jóvenes reunidos en Colonia en la primera JMJ en la que participó como pontífice. Entonces ya habló de la necesidad de «consagrar los domingos a Dios», de huir de «la comodidad» de elegir solo aquellas propuestas de la Iglesia que se ajustan a los intereses personales y de mantener «la comunión» con el Papa y los obispos.

Ello delata su obsesión no ya por elinvierno de vocacionespor el que atraviesan los seminarios europeos, sino también por el catolicismo debaja intensidadimperante en el continente. En su segunda JMJ internacional, celebrada en el 2008 en Sídney, abandonó ese registro y se limitó a pedir sacerdotes y religiosas que asegurasen el recambio generacional.

Concluida la celebración eucarística, a la hora del rezo delÁngelus, Ratzinger confirmó que Río de Janeiro, la segunda mayor ciudad de Brasil, el país que cuenta con un mayor número de católicos en Latinoamérica, será la anfitriona de la próxima edición internacional de la JMJ.

Benedicto XVI dio por concluido su tercer y más largo viaje a España poco después de las siete de la tarde, cuando subió al avión de Iberia que le llevó a Roma. Las hemerotecas atestiguan que la cita ha atraído a un número de feligreses similar al que se concentró en julio del 2006 en Valencia para festejar el Encuentro Mundial de las Familias, aunque multiplicó por cinco la cifra de público que le escoltó en noviembre en Barcelona. Así que el aroma que compartían anoche la Iglesia española y el Vaticano era de satisfacción. Idéntico bienestar invadía al Gobierno socialista, para el que esta vez no ha habido ni críticas ni reproches.